sábado, 29 de diciembre de 2012

No Podrán Decir...


¿Cómo es posible
Que de esas cuerdas rotas
Pueda brotar
Tan hermosa melodía?
¿Cómo es posible
Que tu mirada apagada
Pueda brillar
Como la bella luz del día?
¿Que tu aliento helado me queme?
¿Que tu trémula voz me consuele?
Y hasta mi tristeza es de oro
Teñida bajo el sol de tus ojos.
Sentimientos silenciosos
Suenan suaves sobre mí,
¡Piedad! ¡No os logro oír!
Sé que  habláis de amor,
Mas hay tormentas, hay lágrimas
¡Hay también tanto dolor!
¡Ah! Si yo falto algún día
Y por ventura de mi se hablara
Cuando sepulcro mi cuerpo guarde,
De mi no han de decir que no amé;
Excéntrico, solitario, inseguro,
Y más cosas quizá de mí dirán,
Pero no, jamás podrán decir
Que yo no supe amar.

Enrique Rull Suárez

lunes, 24 de diciembre de 2012

¿A Dónde Irá el Amor...?

¿A dónde irá el amor
Que muere en un suspiro?
Decidme qué es del amor
Que no llega a sus oídos,
Del amor que se siente
Pero que calla dormido
Del amor que sólo sueña
Sin despertar de su idilio,
Del amor cuyos latidos
Eco no hayan
En su seno divino
¡Ese amor,
Ese amor es el mío!
Decidme las palabras
Que nunca mi voz dijo,
Decidme de las lágrimas
Que llenaron mis noches
De insomnio
En su recuerdo sumido,
De mis sollozos, de mis llantos
¡De mis gritos!
De mis labios que quedaron
Por siempre sin su calor tan fríos.
Decidme, todo ese amor
¿A dónde irá
O acaso muere
Dejando un corazón
Eternamente herido? 


Enrique Rull Suárez

domingo, 16 de diciembre de 2012

Manifiesto De Un Poeta Condenado


Venid ahora, sabios consejeros, razonables hombres y mujeres de tan vasta sabiduría; aprovecharos ahora de un alma débil y un corazón moribundo para soltar vuestra palabrería tan llena de razón y de sentido práctico. Os ensañáis con el derrotado ¡Poco importa! Os escucho y os escucharé, pero vuestras palabras desaparecen en el fuego de mi alma, se consumen sin dejar vestigio alguno, pues carecen de la ardiente llama, carecen de la vida enérgica y entusiasta que agita mi vida. Son palabras muertas de un mundo muerto.
Yo vivía en libertad, en contacto pleno e íntimo con la sagrada naturaleza. Percibía en lo más hondo de mí una inocente dulzura que embriagaba mis sentidos. Aquel  mundo era lo más bello a mis ojos: no había pobreza, no había necesidad, no existía la maldad y me eran desconocidos el tiempo y la muerte. Algo mágico reinaba silencioso pero vibrante en cada rincón, como el aire invisible y mudo que todo lo llena. Fue en esa época que encontré la plenitud de mi alma, la auténtica felicidad, la forma más elevada de mi ser.
Los Dioses me cuidaban, y en sus brazos aprendí. Los árboles me hablaban, los ríos me cantaban, y la brisa suspiraba tiernamente a mis oídos. Abrazaba solemnemente los tibios y serenos rayos del sol, que hacían crecer y brillar mi alma. Y en la noche tendía mi mano a la luz de la luna, que bañaba con delicadeza mi piel, recostándose  frágilmente sobre mis párpados, y arrullando mis gloriosos sueños. Jugaba con las ninfas y reía con los sátiros, y aprendí a amar entre las flores. Hablaba el idioma de la primavera. Yo entendía su idioma, era parte de él. Un sentimiento puro y muy intenso hacía palpitar mi pecho en loco frenesí, un sentimiento que crecía e iba germinando poco a poco, como el capullo dispuesto a florecer que guarda la exultante belleza de una flor. Yo y todo éramos paz y armonía, belleza e inmortalidad ¡Mi interior bullía de anhelos y sueños, tan elevados y mágicos!
Pero muy pronto fui despojado de mi Elíseo. Muy pronto me encerraron entre muros de piedra muerta, frente a seres dogmáticos, que mandaban e imponían, y me rodearon de seres serviles que no sentían como yo. Mi vida empezó a marchitarse sin apenas haber florecido. Entonces me sentí perdido y conocí el miedo. Y el estar rodeado de seres extraños, cuyo corazón no palpitaba al mismo ritmo que el mío, me hizo conocer la desgarradora soledad, de la que jamás me separaría.
Me intentaron hacer igual a ellos. Me explicaron el mundo, despojándolo de todo lo sagrado; toda la belleza que yo había contemplado y sentido como parte de mí fue arrojada a un oscuro vacío, hasta quedar tan sólo como un recuerdo. Todo aquello que era puro se fue corrompiendo y oscureciendo. Arrojaron más luz para explicar el mundo con la razón como estandarte. Pero esa luz proyectó sombras más densas y oscuras de las que jamás hubo, y mi espíritu quedó totalmente turbado. Algo se rompió dentro de mí, y como el aceite y el agua, jamás logré mezclarme con ese mundo material que me ofrecían.
Los años pasaron y, para sobrevivir, me encerré en mí mismo. Introvertido, sensible en extremo, no era capaz de compartir mi vida con aquel mundo que me rodeaba, pues no lo sentía mío. Y la distancia entre yo y ese otro mundo se fue haciendo cada vez más y más grande. Todo se me antojaba extraño, frívolo, hostil, grosero y cruel.  Y me sentía perdido en una existencia irreal, sobreviviendo gracias a mis sueños y a mis recuerdos, que conformaban mi auténtica vida, una vida totalmente interior. El niño nunca dejó de ser niño, pero su espíritu varonil creció en paralelo, soportando una carga muy pesada y dolorosa; y una melancolía, una añoranza incurable por su antigua vida fue acrecentándose  con el transcurrir del tiempo, sin que nadie lo percibiera, hasta que llegó a hacerse insoportable.
¡Ah! Sólo quién ha conocido el Amor sabe amar. Sólo el Amor es capaz de traer de nuevo aquel mundo divino de mis recuerdos, aquellos tiempos de pureza, inocencia y de paz; de sentir nuevamente la plenitud de mi alma vibrando en armonía con el mundo.  Así, yo busqué el Amor. Lo busqué, lo seguí, empleé todas mis fuerzas y ardoroso entusiasmo. Dediqué mi vida a encontrarlo para poder salvarme, para que volviese la paz a aquella lucha que me enfrentaba contra el mundo en una batalla mortal. Mas alcanzar algo tan elevado no es tarea fácil, ¡pronto me di cuenta! Y mis esperanzas, igual que las olas impetuosas que se rompen contra el acantilado, volvieron a chocar y a romperse contra la realidad; y al igual que el agua, que en finas y débiles gotas vuelve a su ser mansamente, yo volví a la triste y resignada calma de la que me había despertado el Amor.
Pero basta un instante de aquel estado extático, de aquella espumeante ola que se alza con irrefrenable ímpetu hacia el cielo; basta un instante de ese ardoroso y efímero arrebato para elevar el alma y contemplar fugazmente lo divino y lo sagrado de nuevo sobre el mundo. Mi alma volvió a vibrar de felicidad, y quedó lúcida y plena por un momento.
Y entonces, vuelvo la vista a lo que me rodea, y tiemblo al ver en qué punto se halla la humanidad.
Despojados de los dioses, dedicados a pequeños y parcelados quehaceres, a los que están encadenados de por vida, que limitan su espíritu, que ahogan todo lo grande y lo bello, a cambio de un conocimiento vacío, efímero y deshumanizado: abandonados a la inteligencia, escuchando solo su propia voz, los hombres se han olvidado del corazón.
¡Acusadme de mis exageradas pasiones! ¡De mis sentimientos tan exaltados! ¡De mis penas y alegrías que amenazan con derrumbarme! ¿Acaso puedo controlar el ardor de mi espíritu? ¡No! ¡Ni tampoco quiero! Yo a vosotros os acuso de doblegar vuestros sentimientos ante la inteligencia, simplificarlos, limitarlos y dejarlos morir; de arrodillaros ante una razón que resulta insignificante comparada con lo divino, con el Amor, con la Belleza, y de renegar de todo ello en favor de una acomodada existencia pueril y vacía. ¡Habéis desdeñado aquello que es inherente al ser humano, aquello que conforma su esencia! ¡Habéis abrazado el mundo terrenal y os habéis olvidado del divino!
No me arrepiento de haber entregado mi espíritu a unas fuerzas sin freno. He abrazado el rayo, lo he amado, y la pureza de mi corazón ha permitido que resista el embate mortal del fuego celeste para poder cantar su espléndida luz en nuestro lenguaje. Porque fui cobarde, me escondí, me batí en retirada frente a las dificultades de la vida; padecí el dolor más profundo, la tristeza más amarga, la agonía, la humillación, la soledad…Pero jamás, en ningún momento, dejé que apartaseis lo sagrado de mí. Lo guardé con celo, lo abracé, lo amé, mientras se iba haciendo más fuerte, manteniendo mi corazón puro, pese a todas las tristezas y decepciones a las que fui sometido. Forjé mi paz y mi pureza en la propia lucha de mi alma contra el demonio, contra ese demonio que devoraba a dentelladas mis esperanzas pero que, al mismo tiempo, hacía mi canción más hermosa.
Pues en el poeta, bien es sabido,  siempre conviven un ángel y un demonio en eterna pugna. El ángel conduce al bardo en su dulce abrazo hacia el cielo, en sus alas que se baten calmas y armoniosas entre  nubes y estrellas, para que pueda contemplar todo lo elevado, lo bello, para que se una al Amor en fraternal abrazo, en plenitud de su ser. Pero el poeta también tiene un demonio, que no le deja mantenerse en la cúspide del divino cielo, y así, en el justo instante en que contempla lo más alto, las garras del demonio lo envuelven, y cae con él en caída libre, en la tristeza más profunda, en el vacío, en la añoranza perpetua de aquel cielo. Pero no cae a la tierra firme. No. Está en manos del demonio, y se hunde aún más abajo, sigue su épica caída atravesando la tierra, más abajo, a la misma morada del mal, allí donde no hay ni luz ni esperanza. Al poeta no le es dado el reposo terrenal,  pues sus anhelos son divinos; ha contemplado la luz sagrada, ha contemplado la Belleza, el Amor, en toda su plenitud, y su espíritu está agitado y anhelante y por ello mantiene su corazón puro. Pero sigue siendo mortal, por lo que no le es lícito permanecer en el cielo. Así, sin tierra, sin cielo, sólo le queda el infierno: la lucha contra el demonio por soltarse de sus garras, por volver a elevarse, malherido, con el ángel hacia lo sagrado. Porque él no quiere, no puede estar en la tierra, un lugar corrupto, embrutecido, hostil. Y es en esa batalla entre fuerzas sobrenaturales donde más aumenta su fuerza, su vitalidad, donde más hermoso se hace su canto. Es en la eterna lucha donde vive el poeta, pues sólo puede vivir combatiendo.
La caricia del ángel conlleva la del demonio. El poeta que templa su espíritu en la tierra, que evita el huracán y se guarda del rayo celeste, refugiándose en las cuevas de los hombres, ése logra vivir en paz sobre la tierra. Pero para ello ha negado la esencia misma de la poesía, su propia alma, que es divina, y sólo responde a aquello que es divino. 
Amistad, Amor, Belleza. ¿Acaso no lo sois todo? Entre los hombres soy un extraño. Ahora camino solo, entre cielo e infierno, sabiendo bien que éste no es mi lugar. Mi lira invisible aún la tañe aquel niño de espíritu tierno que conoció la verdad. Sólo en ciertos momentos me encuentro en aquellos campos dónde el sol resplandecía joven y fuerte, dónde el aire incitante me acariciaba como un bálsamo de vida, dónde las fuentes fluían cantando bellamente los ignotos secretos de la tierra, dónde mi corazón vibraba en la más perfecta armonía con todo el universo, con todo lo divino. 
Aquí encerrado, los días pasan como oscuras nubes. Pero yo sigo luchando. No han logrado encadenar mi espíritu. Es mi decisión, con brío me lanzo desnudo al combate: cielo o infierno. Esta es mi lucha contra el demonio.

Enrique Rull Suárez 

sábado, 15 de diciembre de 2012

A Una Bailarina

He visto caer una lágrima
De tus negros ojos tiernos,
De tu rostro triste y bello,
¡Tu dulzura 
Presa de amargo lamento!
¡Mas detente! 
Otra lágrima ver caer no quiero.
Aunque como una flor
Por el rocío empapada,
Así resaltaba tu pena,
Frágil, hermosa y delicada.

A mí tus lágrimas
Al alma me llegan,
Y si otros no sienten,
Yo el doble siento;
Y tu llanto se hace
Hondo pesar en mi pecho,
Que aquellos que sienten,
Cuando ven marchitarse
Lo puro y lo bello,
El doble se afligen
Y sangran por dentro. 

¡Seca hoy tus lágrimas!
Que frívolas palabras
No toquen corazón excelso,
Que tu tristeza ver no quiero,
Y cumple tu deber etéreo:
Alumbra con tu sonrisa 
Nuestro cielo,
Álzate sobre almas impuras,
Baila alegre con la luna,
Sólo a los ángeles escucha;
Y con indiferencia desdeña
El lenguaje que no venga 
De la más pura inocencia. 

Para Pilar
Enrique Rull Suárez

sábado, 8 de diciembre de 2012

Mi Mundo Está Lleno de Ti

Mi mundo está lleno de ti.
Como notas suaves del arpa
Que mano divina arranca,
Así tu voz llega hasta mí.

Bella, dulce y tímida.
Mi mundo está lleno de ti.

Certera y mortal tu mirada,
Como flecha que golpea
En el centro de la diana;
¡Me hiere!
¡Me calla!
¡Me mata!

Mi mundo está lleno de ti.
De tu voz y tu silencio,
De tus gráciles gestos
De tu perfume y de tu aliento
De tu postrer e inocente beso,
Hasta de tu ausencia,
Mi mundo está lleno de ti.

¡Cuán débil es el corazón
Que no sabe él solo latir,
Que se muere por amor,
Que no sabe vivir sin ti!

¿Quizá arrancarlo?
¿Quizá si muere?
¿Serviría de algo?
Quizá, porque
Precisamente
Dejar de amarte él no puede.

Enrique Rull Suárez

sábado, 1 de diciembre de 2012

Pasarás Junto a Mi Tumba


Pasarás junto a mi tumba
Indiferente,
el sol brillando en tu cabello,
música de risas y bromas,
y un nuevo amor sobre tu pecho.

Te amaba.
Yo guardé silencio.
Nunca mis labios lo dijeron,
Pero,
Acaso mis ojos ocultarlo
¿Alguna vez pudieron?

Así como el sol
Da vida
pero él vivir no puede,
Su propio fuego le devora,
Ilumina mientras se muere,
Así fue mi amor,
Tan ardiente, condenado
Tan brillante, tan lejano.

Pasarás junto a mi tumba,
Mi nombre ya
al olvido postergado,
tú feliz y yo
un nombre tan solo
sobre una lápida grabado.

Pero quiero pensar
Que si alguna tarde de otoño
En angustiosa soledad perdida,
En la nostalgia confundida
Del tiempo pasado,
Acaso mi nombre
Regrese a tus labios.
Un instante,
Quiero pensar
Que sabrás que te amé
En silencio sagrado.
Y si un sentimiento
De ternura y cariño
Florece pálido
Al evocar mi recuerdo
En tu seno divino,
En tu soledad misteriosa,
Ten presente amor mío
Que aún en la tumba
Tu felicidad ansío,
Y si mi recuerdo
Aún para ti significa algo,
Dedícame una canción
Dulce, suave y tierna;
Cántame como la luna canta
A la noche anhelante,
Con esos labios que nunca besé
Pero que hice míos;
Que mi nombre
Traiga la calma
A tu corazón afligido,
Que ahuyente la soledad,
Que reconforte tus suspiros.

Piensa en mí un instante,
Y luego olvida, ríe, y sé feliz,
Sé feliz amor mío.

Enrique Rull Suárez

lunes, 29 de octubre de 2012

¿En qué piensas dulce niña?


¿En qué piensas dulce niña? Cuando la luna brilla y la noche calma envuelve tu inocente hermosura, tus labios suspiran, y yo me pregunto ¿En qué piensas? ¿Es tu mente un alegre campo que radiante brilla con la esperanza del mañana? ¿O azorada por los asuntos del día, inquieta te hallas? Cuando tu pálida tez acaricia la almohada, y las sábanas cubren blancas tu grácil y suave cuerpo de ninfa ¿En qué piensas dulce niña? ¿Acaso pides a Dios, o rezas, por las alegrías de mañana? ¿O algún pensamiento turbio te acecha y te daña? Cuando tus delicados párpados cansados al fin cubren tus brillantes ojos negros como la noche de estrellas plagada, y las tenues sombras se confunden en la nada, mi dulce niña ¿En qué piensas? ¿Acaso piensas en Amor? ¿Acaso en mí piensas?


Enrique Rull

domingo, 28 de octubre de 2012

Suspiro cansado


Suspiro cansado que empaña la esperanza
Abierto está mi pecho, que corra la sangre
Y cante el amor y la gloria en suaves notas
Tristes y dulces del tiempo pasado.
Recuerdo, la noche, tu tierno amor me envolvía
Acunábamos la ternura en nuestros sueños dorados,
Bailábamos al son de la vida inmortal,
Lejos, aún el mundo giraba
Y el tiempo corría,
Lejos aún la vida terminaba
Y el tiempo moría.
Recuerdo hojas que nacían
Y hojas que caían, y en tu mirada
Reflejábase la mía,
Y cada palabra de tu voz
Me acariciaba,
Y yo tu aliento divino
En cálida y ardiente pasión te robaba...

Hoy mirando sigo
En la fuente ya seca que guardó tu reflejo,
Tus huellas en la arena que borró el vendaval
La fragante rosa seca en el suelo,
La habitación que contempló
Tú último beso
Que el destino me quiso dar.  
Dime Amor ¿Ya es primavera? ¿Por qué este frío?
¿Por qué no oigo a los pájaros cantar?
¿Es mi alma, en silencio, la que grita, la que llora?
¡Triste que el fuego que hoy me consume
Es el mismo que un día me hizo brillar!
Estas lágrimas que como velo
Mis ojos cubren
Le pido a Dios
Que el tiempo no permita enjugar,
Pues los días que se fueron
Embriagados de felicidad
Atados al Amor están,
Y es la tristeza de hoy
El canto del cisne
de aquella dicha celestial,
En ella me regocijo,
Me refugio,
Eterno instante,
Mi única vida
Amor de verdad.

Enrique Rull

miércoles, 19 de septiembre de 2012

Mi Verso


Ya camine mi verso
Entre el pulcro brillo
De alhajas y oropeles
Que visten ufanos
Damas y señores
Tan bien engalanados;
Ya camine mi verso
Entre hambre y miseria
Necesidad y pobreza
Frente a mendigos
Injusticia y oprimidos,
Mi verso
Nunca se para.

Mi verso camina
Entre el oleaje y las mareas
Entre montañas y bosques
Entre nubes y estrellas.
Mi verso es de la tormenta
El rayo que ciega,
El trueno que restalla,
El viento que brama,
¡La lluvia que sanea
El campo y la tierra!
Y de la luna llena es mi verso
El argénteo fulgor hechizado
Que guarda los gratos sueños
De aquellos enamorados.

Mi verso camina
Entre el oro y el barro
Entre palacios y chozas
Entre buenos e ingratos
Y ante silencio y desdén
No se detiene,¡al contrario!
Altivo bate sus alas
Y con el viento vuela,
Ya para oír al ruiseñor
Cantar sus notas doradas
Ya para al águila admirar,
Orgullosa majestad
Reina de las altas montañas.

Mi verso se escurre
Entre corazones de hielo,
Y abraza los que arden
Con el deseo y el fuego.
Lleva de un niño la sonrisa
La dulzura de una dama
Del guerrero la fuerza,
Del anciano la nostalgia.

Y si una lágrima derrama
Sincera mi pecho afligido
¡Ahí está el verso,
Mi fiel amigo,
Para secarla!
Y si siento mi vida
Caer al vacío,
¡Ahí está el verso
Hermano mío,
Para sujetarla!
Es  alegría y  tristeza
Y es  añoranza,
Es lo más sincero
Que brota de mi alma.
Mi verso
Camina
Y nunca
 Se para.

Enrique Rull Suárez

domingo, 19 de agosto de 2012

Poema Destinado a las Llamas


Cae la noche
Manto negro,
Todo silencio
Tal como tumba
En mi alcoba yerto
Del desvelo preso.
¡Hoy nada comprendo!
En mi lecho tumbado
Mirando a un cielo
Al que no veo
Como talla en piedra
Descansa mi cuerpo
Vivo pero muerto.
Sueño sin dormir,
Mudo lamento
Jamás nadie ha de oír.
¡Esta noche es todo
Aciago, frío y gris!

Y así poco a poco
Cual sombras desfilan
Ante mí recuerdos
¡Todos tan amargos!
Manso consuelo
En ninguno hallo.
Llega primero
La melancolía
Le siguen luego
Los remordimientos.
Cada año pasado,
Un año que dolía
¡Un año fracasado!

Sueños dormidos
Deseos extinguidos
¡Amor destrozado!
¡Amor traicionado!
Recuerdos
¡Detened esta locura!
Rostros femeninos
Que besé con ternura
Que prometí el cielo
Y perdí la cordura
¡Mentiras! ¡Vanidad! ¡Lujuria!
¡Pecado! Todo inútil
Buscar felicidad
En un campo yermo...
¡Así desgarra la noche
Los restos de mi pobre alma!
¡Mentiras!¡Palabras!¡Palabras!
¡Y nada sirve para nada!
¡Y me niego a llorar!
¿Acaso seré capaz
De mostrar mayor debilidad?
Pero al final como la presa
Por el torrente desbordada
Así escapan mis lágrimas
Con violencia desatada
Y con furia y con  pesar
Una a una derramadas.

Cae la noche.
La verdad es pura y limpia,
Y en tus ojos de canela
Brillaba.
Cesa el llanto.
La vida es una emboscada
De demonios que arrancan
A los ángeles las alas.

Enrique Rull Suárez 

viernes, 10 de agosto de 2012

Último Atardecer


Mira el atardecer
Amada mía,
Contempla el sol ardiente
Caer sobre el horizonte,
De oro teñido el cielo;
Echas jirones nubes rojizas
Cual ejército formando filas.
Y la brisa tranquila y calma
que ya anuncia la noche fría.
Ramas del los árboles cimbrean
Y  hojas que se mueven
como escapar y volar queriendo;
Y el mundo calla solemne,
Mientras nuestros cuerpos
 juntos languideciendo
Se aletargan dulcemente
En íntimos pensamientos 
Que nadie más entiende.
Toma mi mano, amada mía,
Déjame tu dulce calor sentir
Tu piel de seda, tan tierno marfil,
Déjame embeberme de tu presencia
Guardar en mi alma tu santa belleza
Condensar la eternidad en este instante
¡El último!
Déjame de tu mirada hacer mi luna
Que sobre un oscuro cielo veré en la noche,
De tu sonrisa mi sol
Que brillará aún cuando mil nubes acechen,
Y de tus labios  hacer mi alegría
Que mis lágrimas secarán
Cuando caiga la aurora
Me falten las fuerzas
Y deje de ver sentido a la vida,
¡Sólo tus labios me salvarán!
Y ahora parte, ¡vete ya!
Antes que veas mis mejillas
por amargas lágrimas surcar;
Déjame en este mundo que ya no brilla;
Tengo tu recuerdo, amada mía,
Y el recuerdo de este atardecer
 Juntos
Será la luz que ilumine mi vida.
¡Que fue el momento eterno!
¡Luz cegadora, mañana no será nada!
¡Que no hay presente ni futuro
Cuando de esta manera se Ama!

Enrique Rull Suárez

domingo, 5 de agosto de 2012

Renacer


Solo fue un instante
Una luz ardiente
Radiante.
De seda tus alas
Blancas como nieve
Brillantes.
Dormidos mis párpados
¡Con tal claridad veía!
Prodigio de magia y bondad
Sonrisa acariciadora
Que en dicha me envolvía,
Y tu mano
Sujetaba la mía
Firme y suave
Sin dejarme caer,
Tiernamente me asía.
Y tus ojos
Ofreciendo luz de esperanza
A un corazón
Que apenas ya latía
Y tus labios
Dulcemente se movían
Y me hablaban,
Y aunque nada oía
El cariño en cada palabra
perfectamente comprendía…
Vida rota y de nuevo forjada
Huir de la muerte
que me abrazaba,
De un ángel caído la fuerza
Que grita
Y lágrimas derrama
Pero con orgullo
Se levanta
Despliega las alas
Y vuela hacia la luz
De un cielo que le llama.

Enrique Rull

martes, 12 de junio de 2012

Alboreaba en silencio el día



Alboreaba en silencio el día,
Bien lo recuerdo
Era azul la niebla,
Era niebla fría,
El aire respiraba
amargura y melancolía.

Yo regresaba
Por un camino sin rumbo,
Solo volvía
En la quietud del alba,
Luz mortecina,
Tranquila calma
Resignada al fin la vida
Cuerpo que se olvidó su alma
En fugaz caricia vana
De una ilusión que moría.

Yo era bajo el hielo el agua,
Del rincón la oscuridad
Que nadie veía,
La nota que escapa
Al músico
Sin romper la melodía,
El aire en las cumbres altas
que nadie respira.
¡La nube que pasa
Cuando al cielo nadie mira!
Así yo volvía
Ciegos los ojos del mundo
¡Siempre ciegos al dolor
Cruel Naturaleza impía!

Alboreaba en silencio el día.
A casa, solo, regresaba
Con fiero dolor el pecho
Me oprimía
Nudo en la garganta el grito
Contenía,
Y mi corazón se ahogaba
Lentamente se moría,
Cada paso dejaba
Sangre del alma mía,
Pues regresaba sin ti
Mi esperanza
¡Vida mía!
¡Niña mía!
Dulce amada
¡Tal vez para siempre perdida!

Enrique Rull


domingo, 20 de mayo de 2012

Escucha el monótono canto...



Escucha el monótono canto de la lluvia,
El triste cielo gris allá arriba que llora,
El mundo que presa del sueño se aletarga;
Dóciles, tímidos, los sentimientos hablan…

Encuentra un lugar donde asirse la tristeza,
La melancolía, un cómodo lecho de reposo halla,
El corazón que lucha, arde sin sus llamas
Y el alma vacía ve brillar la esperanza.

Allí bajo el árbol de vida rebosante
Permanece un hombre en el que nadie repara,
Su mirada se pierde a través de la lluvia
Suspira inmóvil cual fantasma y nada habla.

No volví a verle, sólo oí cierto días sus palabras,
Con ojos húmedos y gran pesar hablaba: 
¡”Todo aquello que amo me abandona!” 
Se fue la lluvia, y bajo el árbol ya no estaba.

Enrique Rull

viernes, 6 de abril de 2012

Cuento de Amor




El hombre justo comprende siempre
En medio de la turbulencia de sus anhelos,
Dónde está el verdadero camino
Fausto, Goethe

            La silueta de un hombre caminando entre las lápidas fue tenuemente iluminada por un débil rayo de luna. Su caminar era lento y pesaroso. Sus movimientos eran torpes y diríase que le costaba un tremendo esfuerzo avanzar. Parecía terriblemente cansado. Su figura se movía encorvada y se tambaleaba inestable a cada paso. Pudiera distinguirse, si nos acercáramos un poco, cierta mueca de dolor en su semblante.  A veces se detenía durante unos segundos como para recuperar fuerzas: tomaba aliento y su pecho palpitaba con gran agitación. Luego de unos breves instantes, el hombre retomaba su camino. Poco a poco,  sus lentas e inseguras  pisadas volvían escucharse sobre el  suelo de tierra húmeda y hojas secas, que crujían bajo su peso, rompiendo el silencio sepulcral que se cernía sobre el cementerio.

Debe  saber el lector que aquel hombre estaba herido de muerte. Tras de sí, iba dejando un rastro de sangre  apenas visible en la oscuridad. Había llegado hasta allí, un lugar muy alejado de su tierra,  para cumplir una promesa.
Hace ya varios años encontró a una mujer. Y de ella se enamoró. Su encuentro fue tan casual que diríase que había sido obra del destino. Solo la vio durante unos pocos días, apenas unos instantes, una frágil fracción en la inmensa eternidad. Y su alma calló de rodillas al suelo, y su corazón palpitó con la furia de la tormenta. Jamás antes se había enamorado. Él era un soñador, y bien sabemos que los hombres que sueñan son más sensibles  a la dulzura y a los asuntos del amor. Jamás antes estuvo con mujer alguna, pues su timidez le hacía evitar, como el filo de una espada, la tierna y brillante mirada de las lindas muchachas que le mostraban interés…Hasta que llegó ese día, en el que fue bendecido por ese encuentro tan extraño y tan mágico. Y ella le correspondió.

Dirán que miento los lectores, se me acusará de idealista, de exagerar, de anticuado en estos tiempos. Mas yo me limito a narrarles los susurros y cantos de la historia que a mis oídos llegó, la noche en que mi alma fue presa de las garras del amor; y en un estado febril, maldije a los dioses y al destino, pues había jurado hacía tiempo que nunca mi corazón volvería a afligirse con semejante enfermedad. Y Apolo  vino a calmar mi furia, y las musas me cantaron esa noche, y recibí las caricias de los ángeles. Y  yo me limito a  narrarles lo que oí, y tal vez sus corazones, como el mío lo hizo, hallen cierto consuelo al conocer esta historia.

Ella y él se besaron. No en verdad el vulgar acto de juntar los labios con lujuria, vicio y fuego, tan placentero como fútil; sino aquel acto sagrado que une las almas y que hace palpitar el espíritu y el corazón y el cuerpo; donde confluyen los deseos y los sueños de los amantes y las llamas se hacen una sola hoguera que arde con mayor brío que el sol…¡Un fuego que será difícil se pueda apagar sin dolor infinito y sin dejar cenizas que marcarán la vida! ¡Bien lo sé yo!…¿Vosotros, caros lectores, sabéis de lo que hablo? ¡Dichosos sois entonces!
 Tras aquel beso, los rostros de ambos jóvenes parecieron iluminarse: sus ojos y su sonrisa brillaban como estrellas,  sus espíritus conocieron una paz y alegría imposibles de explicar.  Un éxtasis sobrenatural que pocos hubieran creído posible se adueñó por entero de sus almas. Una llama entonces se encendió en lo profundo de nuestro protagonista,  una llama que juró mantener viva para toda la eternidad junto a su amor.
Mas no volvió a verla. Así juega el destino, así el diablo gusta de bromear con los corazones humanos.  ¡Así es la tiranía del amor! Al día siguiente ella se marchó al otro lado del mar, al lugar donde vivía. Os diría el lugar, pero carece completamente de importancia en esta historia, al igual que he decidido omitir los nombres de los amantes porque nada nos aportarían. Nos bastará con saber que vivían muy lejos, tanto que un océano inmenso los separaba. Ella marchó, no tenía otra opción,y solo una inocente carta de amor le dejó, de aquellas de promesas eternas y de tanta belleza e ingenuidad que aún hoy, al recordarla, en las horas de vigilia y soledad, mi corazón es invadido por una perturbadora añoranza y tristeza, conmovido por tan bellas y tiernas s palabras, ¡tan ardientes y sinceras! ¡Cuánto extraño la pureza de esos corazones aún sin la mácula de la vida y la edad adulta!
Ella hubiera preferido morir que separarse de él. Y la vida  hubiérase quitado, mas a salvarla llegó aquella luz sin forma, que hasta los ciegos pueden ver, y que visita los corazones para reanimarlos cuando sus lágrimas amenazan con ahogarlos: llegó la esperanza.
Aquella mañana, la misma que ella partió, nuestro hombre había estado contemplando al sol nacer, aquejado de una profunda melancolía y de funestos presentimientos tras una noche de insomnio. Y vio como el cielo se tornaba rojo y se teñía con los colores del fuego y de la sangre. Y en ese mágico instante, en que la noche nos deja  y el sol se alza espléndido y victorioso, en ese momento llegó a sus manos la funesta misiva, y tras leerla,   supo que no volvería a ver a su amada. Y lloró y lloró. Su alma gritó y rezó al cielo para que todo una cruel broma fuera. Pero bien sabemos que no era tal. Y cuando ya lágrimas no le quedaban por derramar, y cuando rezó por estar muerto antes que vivir sin ella,  a él también le visitó la esperanza. Y juró buscar a su amada, y pensó que, de cualquier manera, sus almas algún día volverían a reunirse, para nunca jamás separarse.

Pasaron los años, mas no había ni un solo día, ni una sola hora, ni un solo minuto,  que no pensara en su amada ¿Es posible describir tal agonía? ¿Existe acaso una soledad más turbadora? Convirtiose la vida en una horrible rutina sin sentido para él. Sólo el recuerdo de su amor le empujaba a seguir adelante. No volvió a interesarse por mujer alguna, no volvió a sonreír. Su espíritu desapareció de este mundo. Solo su cuerpo sobrevivía como una mera marioneta sin voluntad, dirigida por un sueño imposible que es demasiado poderoso para comprenderlo o derrotarlo. Como un barco navegando a la deriva por un mar negro en medio de una tempestad, así transcurría su existencia. ¿Qué importaba nada? ¿Qué era el cielo sin ella? Pasaron los años. A veces de las grietas de la desesperación surge una gélida brisa para enfriar la sangre lo suficiente como para que el ardiente deseo se vuelva acción razonada; para poder planear con eficacia el camino hacia el objetivo tan anhelado Así, comenzó a preparar su viaje, y ahorraba dinero para poder llevarlo a cabo. No había otra manera... Era mucho dinero. De ella, solo su nombre conocía, y la pequeña ciudad donde vivía. Era una empresa harto complicada, y le llevaría tiempo el disponer de tal cantidad de dinero para el largo viaje, pues era él hombre sencillo, humilde y honesto, así que ganaba poco dinero. Pero nada le detendría.
Escribía por las noches en su diario y sólo de ella hablaba. Había leído tantas veces la carta que le dejó, que bien podía recitarla con los ojos cerrados sin errar ni una coma. Dormía abrazado al recuerdo de su amada. Despertaba y veía el sol, y en las noches la luna, y para él era lo mismo, pues no había ya luz sin ella, no había diferencia entre noche y día y no sentía nada salvo el terrible dolor y vacío que agitaba su alma por estar tan lejos de su amada. Leía, en busca de consuelo, a los grandes poetas, y al Todopoderoso alzaba sus plegarías para que cuidase de ella. Dejó a sus amigos de lado, pues ellos de loco le tenían, de imprudente joven que no conoce la vida y la malgasta en fantasías. Y sólo le daban consejos que de nada le servían, más bien le llenaban de ira. ¿Olvidarla? ¡Ah! ¡"Amigos"! Bella palabra que encierra muchas veces no más que una alcantarilla llena de lodo y ponzoña. ¡Amigos! ¿Quiénes sois que no veis un corazón enamorado? ¿Cómo él iba a olvidarla? ¿Quiénes sois para ofender a Venus y a la música del cielo? ¡Y tal vez tengáis razón! ¡Sí, razón! Mas ¿Qué hay de vuestro corazón? Sus amigos sólo eran capaces de albergar sentimientos mundanos, no aquellas elevadas pasiones desgarradoras de los poetas. ¡Pero no erais sus amigos! Bien lo se yo, pues con él no estuvisteis en su dolor, ni en su delirio, que no comprendisteis; ni en su vida ni en su muerte, que ninguno lloró. Y sabed: el amor verdadero no atiende a la razón ¿Acaso la furiosa tempestad repara en las pequeñas barcas que bogan en la mar? ¿Acaso el terrible huracán escucha a los árboles que azota sin piedad? ¡Maldito, mil veces maldito seas, Amor! Pues desconozco en esta vida fuerza tan poderosa e inmisericorde con las almas humanas.
 La esperanza nunca la perdió. La llama seguía viva. Y también las dudas, pues el tiempo puede enterrar en el olvido las promesas igual que las rocas más duras las convierte en la más fina arena; y a veces, incluso los más profundos sentimientos pueden quedar enterrados... ¿Aún le recordaría? ¿Tendría otra vida junto a otro hombre? ¡No! ¡Imposible! De alguna manera sabía y sentía, o quizás era sólo su deseo, que ella le esperaba, le amaba a través de los insondables abismos del espacio y del tiempo.

Y por fin, transcurridos algunos años que para él fueron una eternidad, por fin estaba dispuesto a realizar su viaje. Todos estos años había vivido de un recuerdo. Todo tan lejos quedaba…aquellos finos labios que besó, aquella mirada que dio luz a su corazón…el velo del tiempo lo había ocultado  todo ligeramente, había proyectado tenues sombras de inquietud e incertidumbre. ¡Pero no importaba! ¡Pronto volvería a estar junto a ella! ¡Oh, dicen que era su mirada tan triste por aquellos días que nadie era capaz de sostenerla sin emocionarse, sin sentir piedad! Su caminar mismo delataba su pena, su sonrisa no era más que un recuerdo del pasado en las mentes de sus allegados. Sí, yo conozco bien todo eso, he sufrido y he aprendido, pero no me ha servido de nada. ¿Qué podía hacer aquel joven cuyo único anhelo era estar junto a aquella flor que robó su dulce corazón? Languidecía su alma, sabía bien que sus años no se prolongarían demasiado si no volvía a estar con su amada. Así pues, por fin partió, con lo poco que tenía, y la esperanza única de encontrar a su amada. ¿Qué sería de ella? ¿Estaría casada con otro? ¿Se habría olvidado de él? ¡No! Tal infortunio no podía acontecer, ¡No podía! Pues aquel amor era el más puro y él aún sentía sus almas unidas danzar al unísono en una misma sinfonía.

Ahora mis lectores, dejad que os narre como acabó esta historia. Y permitidme la libertad de omitir el viaje, porque fue largo y muy duro, y sería más conveniente el narrarlo en otra ocasión, pues fueron grandes aventuras y desventuras las que sufrió nuestro héroe, ya en barco, por carretera a caballo, a pie, se perdió, fue herido etc. pero al fin logró llegar a la ciudad que era su destino, donde esperaba encontrarla…Tened siempre presente que os narro esta historia tal como  yo la escuché aquella noche, y de ninguna otra manera, y dejo al lector juicioso y sabio que decida su veracidad, pues yo, amigos míos, ¡Yo estoy enamorado! Y esa flecha que atraviesa mi corazón me impide discernir la realidad de los sueños, así como un niño ve tantas cosas e imagina otras, así yo me siento: incapaz, crédulo, ¡pero tan feliz y dichoso como no hay otro ser en la tierra!  
¡Tristeza y amarga realidad, y alegría infinita! ¿No es acaso así la vida? Volvamos a la narración, pues de mí no trata, sino de otro que amó.

Se había levantado una leve y acariciadora brisa que silbaba entre la espesa oscuridad. Las hojas de los árboles se agitaban suavemente por ella movidas, y las ramas se retorcían, proyectando unas sombras siniestras, semejantes a negras formas del averno sobre el arenoso suelo. Se escuchaban aún los pesados pasos de aquel hombre que poco a poco avanzaba agonizando bajo la luna, entre las numerosas tumbas que poblaban el paisaje. De pronto, se detuvo frente a una lápida. Su respiración se aceleró. Jadeaba sin cesar y apenas ya lograba mantenerse en pie. La frágil luz de la luna bastaba para poder iluminar el epitafio grabado sobre la piedra de aquel sepulcro. Se aproximó con cautela  a duras penas y se inclinó a fin de poder leer con claridad. Sí, allí estaba. Era su nombre, y su apellido. Sí, aquel nombre que ella le susurró dulcemente al oído, hacía ya varios años…¡Estaba muerta! ¿Cómo podía ser? ¡Era entonces cruel verdad lo que los aldeanos le dijeron! ¿De qué había muerto? Su vida se escapó lentamente, le dijeron en la aldea, y ningún médico pudo diagnosticar enfermedad conocida. De pronto fue consciente de todo, y sus ojos estallaron en lágrimas, un lamento inhumano salió de lo más profundo de su alma y la noche misma pareció temblar de dolor. Se desplomó frente a aquella fría piedra. Con los dedos palpó delicadamente y con ternura las letras con su nombre grabadas, manchándolas de su propia sangre. Sus labios besaron con pasión la piedra  que guardaba el descanso de su amor. Sus manos recorrieron repetidas veces las letras talladas con su nombre, con dulzura y cariño, en suaves caricias que en vida no pudo dar, y  besó con el mismo ardor y cuidado como si la besara a ella. Y de repente sintió algo. Su tacto percibió que había algo más abajo grabado, aparte de la fecha de nacimiento y de defunción: había más letras que la oscuridad no le había permitido vislumbrar en un primer momento. Retiró hacia un lado con esfuerzo su cuerpo, solo unos centímetros para dejar pasar la tenue luz de la luna, hasta que fue suficiente la claridad para que sus cansados ojos leyeran lo que rezaba allí: “MI ÚNICO AMOR, TE ESPERO, NO PODÍA VIVIR SIN TÍ” ¡Ahora sabía! ¡Ella murió de amor! ¿No es acaso mortal enfermedad? ¿No es acaso el remedio de toda tristeza? ¡Amor! ¡Maldito!  Tarde llegó ¡demasiado tarde! Mas ella aún le esperaba, pues ¿No prometieron unir sus almas para toda la eternidad? ¿No era eso lo que decía ella en la carta que le dejó?
Entre sus lágrimas se dibujó una suave sonrisa de felicidad. Abrazó la fría piedra con todas sus fuerzas y así permaneció inmóvil, cual estatua que fuera parte del sepulcro.

A la mañana siguiente los lugareños hallaron el cadáver de un hombre abrazado a una lápida. Nadie sabía su identidad, ni las causas exactas de su muerte, ni si existía alguna relación con la mujer que yacía en esa tumba enterrada, que había fallecido de manera tan misteriosa. Les resultó extrañamente difícil separar los brazos de aquel cadáver de la fría piedra a la que abrazaba. Parecía adherirse poseído por una fuerza sobrehumana a aquella lápida. Sus rasgos revelaban que era extranjero, llegado de más allá del mar. Sus ropas estaban echas jirones, presentaba cortes y magulladuras por todas partes y su cuerpo estaba extremadamente delgado y desnutrido. Con todo, según dijeron, su pálido y demacrado rostro exhibía una amplia sonrisa y una expresión de paz y felicidad que nadie logró comprender.

Y así fue la historia que escuché de los labios de Apolo y de las musas aquella noche. Y yo estoy aquí, sólo en mi habitación fría, rodeado de libros, de trabajo, pero sin poder pensar en nada más que en la mujer que amo ¡Desdichado! Disculpadme que os incomode con mis asuntos, caro lector, pues para usted carecen de interés, y mi historia no merece su atención, pues solo las grandes historias de amor, como la que les acabo de narrar, que a su vez me fue narrada, lo merecen. Más no por ello mi amor posee menos intensidad, pues el amor nunca perdona a un corazón ardiente y soñador, y aunque no merezca su atención ni su tiempo mi historia, les pido que, por unos instantes, se apiaden de esta alma mía que solloza, triste y solitaria,  por un amor que jamás volverá…


Enrique Rull


miércoles, 21 de marzo de 2012

Mientras Duermes


¡Detúvose el mundo!
Calló la lira
sus notas hablaron en silencio
acunando los sueños
de la bella dormida.
Contemplaba yo su figura,
Era una Venus de mármol
que en tranquila paz dormía.
¡Silencio!
¡La diosa dormía!
¿Quién a enturbiar su descanso,
sagrado y mágico,
quién se atrevería?
Mas ¡Ay! que contener yo no podía
aquel ruido trágico
¡y despertar a la diosa temía!
Como un trueno rugía
más alto, más fuerte
cual corcel desbocado
¡no se detenía...!
¡Era el latir de mi corazón,
al mirar a la bella dormida!

Enrique Rull

miércoles, 29 de febrero de 2012

Esperando....


Junto a la ventana abierta,
Miraba el sol ocultándose
Que de oro teñía la ciudad
Su luz caía como sangre,
Moribundo,
el astro se hundía en la oscuridad.

Y llegó la noche
Tranquila y calma como la mar
Igual de profunda y abismal.
Sentía el frío,
La ventana abierta
La cortina bailando sin parar
Y yo miraba
Por la ventana
La noche
La nada
Y me preguntaba
¿dónde habrá ido el sol a descansar?

Ya la luna con tímidos rayos
Dejaba la ciudad acariciar,
Ya alguna furtiva estrella
Asomaba en la celeste oscuridad
Y yo sentía el frío
Inmóvil,
Perdido en una melancólica soledad.
La ventana estaba abierta
Y yo nadaba en el oscuro mar.

Miraba ¡oh si! Miraba sin ver nada
Perdida mi alma en el más allá
Y mi cuerpo esperando
En la fría oscuridad
Esperando
¡Esperando verte regresar!

Al fin mis párpados cedieron
Y mi cuerpo también fue a descansar
Mas dejé la ventana abierta
Para que por ella pudieras pasar.

Enrique Rull Suárez

viernes, 24 de febrero de 2012

Dormido encuentro la paz



Dormido en el sueño encuentro la paz. 
El amor es mío, hago luz de mi oscuridad. 
Mis deseos se pierden al despertar, 
el amor se ha ido, 
y el sol vuelve a traer la tempestad
Y es mi vida, fantasía, mi dulce realidad,
soñar tu rostro y tus besos, y morir al despertar. 
Y en verdad, dos almas que en sueños se encuentran
y se besan y se aman
pese a las distancia, 
nunca separadas han de estar,
pues superan la vida y la muerte,
y aunque no se toquen, 
juntas estarán
para toda la eternidad.


Enrique Rull

miércoles, 22 de febrero de 2012

Derrotado

Dulce musa, que habitas en mi pecho
cántame de nuevo otra canción de amor
llena mi vida con tu sonrisa,
enciende con tu mirada
de nuevo mi corazón.
No me dejes solo
en esta tormenta de dolor
vuelve a cantarme una nana
como mi madre de niño me cantó.
Guíame por el camino
de la verdad y el amor
quiero oír de nuevo
tu dulce y suave voz.
¿qué fue de la vida?
¿qué fue de la ilusión?
¿Quién quiere a un caballero derrotado?
¡Derrotado por el amor!
Dulce musa mía, necesito oír tu voz
dime que aún hay luz en esta vida,
¡Dime que el caminó no acabó!


Enrique Rull Suárez

miércoles, 11 de enero de 2012

Desde Rusia con amor...



El Jinete de Bronce. Pushkin

 Uno de los más representativos, misteriosos y grandiosos poemas de la literatura, y toda una obra cumbre en Rusia. Todo un clásico que encierra numerosas lecturas, que confronta los poderes de la naturaleza, el hombre grande y poderoso y el alma sencilla de un funcionario y su desdicha. Las imágenes están llenas de fuerza, son extraordinarias, las descripciones plenas de lirismo, grandiosidad y como siempre la aparente sencillez que caracteriza la obra de Pushkin. Como siempre, lástima no saber ruso, la traducción es buena y acertada, se disfruta enormemente, pero se pierde, claro, la sonoridad y belleza del magistral uso de Pushkin del verso ruso. Un clásico inolvidable, totalmente representativo de Rusia, de San Petersburgo y un poema que agita con misterio el alma humana.


Antología Lírica. Pushkin

Los versos que descansan en estas páginas cambiaron mi vida. Junto a su portentosa Obra Maestra Eugenio Onieguin, esta antología tiene la consideración por mi parte de ser uno de mis libros favoritos. Poesía es Pushkin. Un canto al Amor más puro, a la vida, a la tristeza, al arrepentimiento, a la libertad, al deseo y a la mujer, a las deidades...Como una tempestad, o como la brisa que acaricia, así son sus versos, llenos de recuerdos, de sensaciones, que tan sólo un poeta puede transmitir. Las traducciones están bien elaboradas, cotejando con algunas otras, yo diría que están entre las mejores del escritos ruso. Dicen en Rusia que en España no nos podemos hacer idea del valor de Pushkin, no hay una figura pareja en el panorama artísitico español, ni Cervantes. Pushkin es el creador y embellecedor del idioma ruso, Pushkin es el rostro de Rusia. ¿Hasta que punto un poeta tiene tal fuerza que aún muerto, sigue su arte brillando tanto? Dostoievski decía a la inauguración de una escultura del poeta: "La belleza salvará al mundo" ¿Y acaso no tiene razón? No hay poeta más grande porque no sólo elevó el espíritu humano a su cenit sino que fue el innovador de una lengua, el creador de una legión de seguidores (Lermontov, Turguenev..). Su poesía se alza como una victoria eterna, inmutable, un estandarte que simboliza el triunfo del Amor,de la belleza y de las musas sobre el mundo, que se alza provocador y sublime contra la condición humana vulgar y endeble, y que brilla con los destellos del espíritu humano más elevado y hermoso.


Rudin. Turguenev

Turguenev ha sido uno de los artistas más prefectos con los que se ha honrado la humanidad desde los tiempos clásicos" Taine. No es de extrañar que el crítico francés hablara así, pues el Genio ruso posee una sensibilidad y una habilidad tan enormes que hacen estremecerse. ¿Qué importa el tema que trate? Hay quienes han querido ver por encima de todo una crítica social (es innegable que la hay presentada de manera sutil y a veces directa), hay quienes lo postergan a la novela realista (tampoco se puede negar el realismo)...y otros, desplazándole a la novela psicológica (de la misma forma, innegable). Por mi parte, tras leer Rudin, creo que de todo eso hay, pero sin embargo, no es lo más importante. Lo importante es un compendio de todos esos elementos, pero como un medio, medio para mostrar sentimientos, sueños, anhelos y dudas del espíritu humano en clave poética y romántica. El sentir de un hombre frente al mundo. Melancolía, nostalgia…su obra está teñida de idealismo que se derrumba (decepción frente a un mundo pragmático y frívolo) e imbuida de inefable poesía que es lo que hace a Turguenev un autor distinto a todos. Porque la sensación que deja su prosa, es una sensación totalmente poética, elegante y bella; un canto de desesperación y vacío que asolan el alma humana en su existencia. Demetrio Rudin contiene unos pasajes inolvidables, la capacidad de argumentación y los diálogos son absolutamente memorables, de los que dejan pensando y necesitas releer. Para algunos, la obra más grande de Turguenev, y una de las más originales en cuanto a técnica y profundidad. Otra obra de obligada lectura.



Nido de Hidalgos. Turguenev

Al cerrar el libro la sensación que me ha quedado es que mi corazón esta oprimido, y mi alma paralizada, tal y como si hubiese pasado por una vivencia dulce y luego amarga, una pena profunda y una melancolía indescriptible. He aquí de nuevo el genio ruso, otra de sus más aclamadas novelas, elegante y de perfecta estructura, bellamente escrita, donde contrapone la inocencia del amor con el engaño de la frivolidad de una mujer tan bella como caprichosa y sin corazón, cuyas palabras bonitas y sentimientos expresados sólo conforman un adorno más de se vestimenta externa. Este personaje femenino es memorable, supone la destrucción de la felicidad, la vida mundana y sin sentimientos, la falsedad, la vulgaridad enmascarada en la sociedad...y por otro lado, Turguenev magistralmente deja un camino por el que circule la inocencia de un amor verdadero, plenamente romántico,la esperanza de la dicha y la consumación del deseo del corazón y de la inocente bondad y pureza...aunque el final se muestra estremecedor y deja desprender tanta nostalgia y amargura por todo aquello que se fue, por lo que pudo ser y no fue, que encoge el corazón. Turguenev sabe como hacerlo, no es lo que dice, sino el cómo, su brillante y elegante prosa, su análisis romántico y tristemente bello, su sensibilidad y profundidad en el pensamiento, su tono poético...Un clásico, una novela bellísima, otra más de este auténtico genio.



Aguas Primaverales. Turguenev

Otra joya. La obra de Turguenev es como un campo lleno de flores preciosas, a cada cuál más bella y radiante, y, sin embargo, toda su obra evoca un patético otoño de cielo gris ceniza...No es fácil agitar y conmover al lector de tal manera que sienta semejante tristeza y melancolía, hasta límites casi insoportables. Delicados personajes, trazados con precisión, algunos de ellos inolvidables, soberbios. La inocencia rota por la crueldad de la vida, exceso de sentimientos contra la falta de estos mismos...Jamás el amor resultó tan puro y triste a la vez. La debilidad de la voluntad humana, y cómo los caminos que escogemos marcan nuestra vida; el arrepentimiento y la soledad.Y todo esto sólo son palabras, que el genio ruso convierte en mágica realidad mediante su magistral prosa tan profunda, analista y poética. Otra joya, lo dicho, por poco las lágrimas no afloran al leer esta novela, tan conmovedora, y a la vez arrolladora, como un huracán.La sensibilidad de Turguenev es estremecedora, el llanto contenido vibra en cada escena; un grito silencioso de desesperación, de búsqueda de la pureza y del el amor auténtico, de la frágil voluntad de las bajas pasiones, amenaza constantemente con estallar cual tormenta. Finalmente, el nihilismo, los recuerdos de la belleza que abandonamos y el presente sin sentido cuando la vida se va apagando...No, yo no había vivido hasta que no empecé a leer al genio ruso. No sólo recomiendo esta novela, sino que me parece esencial y un diamante para guardar en el corazón de cualquier personas con valores y sensibilidad. Gracias de nuevo Genio.




Humo. Turguenev
Una de las obras más conocidas del genio ruso. Perfectamente ambientada, con fuerte crítica social e ironía a las altas clases rusas (sorprende que las cosas sean tan similares en todas partes y cientos de años después, así que una crítica perfectamente válida y vigente para nuestra época y país), con personajes profundos, magistralmente delineados, y un pensamiento y análisis de los sentimientoshumanos espectacular, lleno de sensibilidad, poesía, y el idealismo chocando contra la realidad. Una novela escrita de forma perfecta, ciertos pasajes algo más pesados por la crítica social, pero sin perder esa nostalgia , desesperanza y lucha interna que obsesionaba al escritor ruso y que es inherente al sentir humano. Más que recomendad, toda una obra maestra, llena de sensibilidad exquisita que puede asombrar y desorientar al lector moderno por su profundidad, sus valores y ese sentir poético y romántico que a muchos nos acosa durante nuestra existencia. Cada vez me gusta más Turguenev, cada vez más. Gracias padre por recomendarme hace años esta novela.





Novelas Cortas. Turguenev

Si en verdad hay un escritor que sepa con maestría y sentido poético analizar la psique humana sin caer en lo vulgar, ese sin duda es el genio Turguenev. Este tomo reúne varias novelas, algunas editadas de forma independiente (Primer Amor y Asia o Anuchka, dos de sus más grandes obras, la primera de sus más conocidas y memorables; y esa exquisita joya y delicada Asia, de mis favoritas sin duda, quizá la más sencilla pero a la vez la más bella de sus novelas cortas) otras no, pero en fin, casi todas ellas extraordinarias.Es una constante la tragedia, cierto vacío que persigue a los personajes, la soledad, el paso del tiempo y la fatalidad del destino...y el amor, que arrasa y descompone la vida de sus personajes. Destaco, aparte de las ya mentadas, "Fausto" perteneciente al género epistolar, perfecto ejercicio de composición y misterio, donde se exalta la obra de Goethe, mezclada con un amor;  "Diarío de un Hombre Superfluo" , novela que deja sin aliento,cruda y pesimista, desesperante en extremo, que no deja de conmover a cualquier;  y mi favorita "Yákov Pásinkov" sencillamente extraordinaria novela y personajes inolvidables lleno de ideales y deseperación ante la realidad de la vida, el canto del cisne del "último romántico", una de las pocas creaciones suyas donde claramente y de manera explícita, ensalza y aplaude los ideales y lo elevado por encima del pragmatismo insulso. La prosa de Turguenev logra, de una manera tan elegante como sencilla y poética a la vez, introducirnos en tantas sensaciones y en un mundo sentimientos profundos de nostalgia, amor y soledad y desesperación,  que logran conmover a cualquier lector sensible y dejarle una extraña huella de tristeza y vacío, pero también le da una lección de humanidad. Una obra recomendadísima, con mucha influencia de la literatura francesa (no se me va de la cabeza el nombre de Gerard de Nerval entre otros) y homenaje constante a Pushkin, Schiller, Goethe...Todo esta suerte en apariencia de nihilismo, pesimismo y tristeza se me antoja más una victoria de un alma pura e idealista, totalmente romántica pero desencantada,  por parte de este genial ruso "occidentalizado" ¡De lo mejor que leí!




Padres e Hijos, Turguenev
Quizá la novela más famosa del genio ruso, y muy posiblemente la que más polémica y más comentarios suscitó, junto a “En vísperas”. Novela que puso de moda el término “nihilista” usado en la obra para designar a un joven de ideas revolucionarias (Basárov) que se presenta como renovador y representante de la nuevas ideas y el nuevo sentir de la Rusia de mitad del XIX, en contraposición a la vieja nobleza de ideas conservadoras representada en esta ocasión por los personajes adultos (fundamentalmente en Pavel Petrovich) Juventud contra madurez, Padres e Hijos. En primer lugar, dejar claro que por encima de todo, es una novela de Turguenev, así que quien espere encontrar un panfleto político o novela con pretensiones políticas o ideológicas, no lo va a hacer. Es una novela donde, nuevamente, el amor y la inquietud del alma, la decepción y resignación se alzan como objeto de análisis principal. Los personajes son perfectos, trazados con maestría y una profundidad inmensa, cada uno ya da para escribir un artículo por sí mismo. Ninguno sobra, ni está por encima, solo constituyen un entramado dónde no se comprenden uno sin los otros. De nuevo, el genio ruso escribe sin tomar partido, sólo dejando moverse a los personajes con tal realidad y coherencia que no parece una novela de ficción, parece un acontecimiento absolutamente real.
Fue acusado por los sectores conservadores, y también por los más revolucionarios, el genio ruso no dejó indiferente a nadie, y si el que esto escribe tuviera que valorar la obra, diría sin duda que ejemplifica tanto los aspectos positivos y negativos de ambos bandos, no convencido con ninguno.  Las nuevas ideas niegan todo, creencias, principios, valores, arte, inclusive hasta a Pushkin (Romanticismo, palabra odiada por el joven pragmático Basárov). Sin embargo, el joven echa por tierra muchas de las viejas ideas de la antigua Rusia, con trato nefasto a la servidumbre, los abusos de poder etc.
El amor llega como una tormenta, para desatar pasiones y cambiar ideas. El amor, algo ideal, choca contra el pragmatismo, contra la dureza del carácter, contra todas las ideas preconcebidas.
Impregnado de ese lirismo que caracteriza a Turguenev, ciertos pasajes son auténticamente bellos, y la prosa, exquisita, colorida y ágil, sigue siendo una delicia, que se lee con facilidad y deleite.  La profundidad de sentimientos, la cantidad de aspectos de los personajes, la disparidad de sentimientos, de ideas y pensamientos que subyacen en la novela es enorme, y al no concretar, abre todo un sinfín de posibilidades de análisis. Pero siempre, lo que se eleva por encima de todo, es esa sensación de desarraigo, de nostalgia, de resignación frente a un mundo sin piedad, el amor fracasado y la decepción de los ideales. Sin duda, de las más grande obras del ruso, y de las más valoradas, totalmente imprescindible. 


Primer Amor, Turguenev


Joya y una de las obras más famosas del genio Turguenev. El Amor como filosofía de vida, que dirige el cosmos, y la desgracia que acontece al no realizarse. Es magistral la recreación de sensaciones de ese primer amor juvenil, que en verdad
 supone la primera primavera en un adolescente, donde todo florece, el paisaje cambia, los olores, una alegría inmensa...Y la melancolía y el paso del tiempo y la existencia humana, marcadas por cosas que perdemos, amores que nunca fueron...
Recrear los sentimientos tan intimistas, la inocencia, las primeras pasiones tan profundas como inexplicables, el sentir tan mágico del primer amor de un joven, no es una tarea fácil. Y el genio ruso aquí no sólo lo logra de manera increíble, transmitiendo al lector todas esas primeras vivencias y sentimientos de manera extraordinaria, sino que lo hace además a través de un sentido poético de tanta belleza que abruma. La prosa es sencilla, concisa, clara y directa, pero a la vez las descripciones son perfectas y dotadas de una belleza sin par, profunda y melancólica; y es ahí donde se muestra la maestría de Turguenev, haciendo sencillo algo que como cualquier escritor sabe es harto complicado. 
La sensibilidad del ruso se hace patente, quizá en esta novela más incluso que en otras, pues tiene mucho de biográfico, de hecho, parece ser un episodio que le ocurrió en su vida, y la protagonista, la princesa Zinaida, pareció existir realmente con otro nombre.
No es de extrañar que esta pequeña joya sea una de sus obras más elogiadas y memorables, al leerla el lector se sumerge en la psique de un joven de dieciséis años que empieza a descubrir las sensaciones del amor, de ese amor que siempre estuvo latente pero que es ahora cuando empieza a aflorar, como la primavera, en todo su esplendor, ardor, felicidad ,inseguridad y miedo.
Mención aparte merece el personaje de la princesa Zinaída: la habilidad de Turguenev para crear personajes femeninos extraordinarios es impresionante, y en varias novelas deja constancia de ello. Zinaída, la joven que enamora a todos, su carácter ambiguo y voluble, alegre y bromista, autoritario, tierno a veces, despiadada otras, soñadora...es como el canto de una sirena, supone una atracción que resulta imposible evitar, desde luego un personaje inolvidable. Y no hay que dejar de hacer mención de los secundarios, y del padre de Voldemar, retratado perfectamente (parece ser que así era en verdad el padre de Turguenev). Los personajes de Turguenev son perfectos, no necesita mucho espacio para definirlos, de hecho, se definen solos, les deja que se muevan como seres reales que de verdad existieron, y el resultado es perfecto.
Lo dicho, una pequeña joya, una lectura exquisita que gana al volver a leerse. Como siempre, Turguenev deja abierto un abanico de interpretaciones diversas en muchos aspectos de la obra, que la hace más grande aún. Es increíble que un libro pueda sumergir al lector en semejante marea de sentimientos, recuerdos,vivencias,incluso olores y sensaciones de los más íntimo, de una juventud tan maravillosa y de un sentimiento tan bello, extraño y grandioso como es ese primer amor.






Memorias de un Cazador, I. Turguenev


Se me pasó por la cabeza no subir este libro en este apartado cuando llevaba unos tres o cuatro relatos que componen el total de 25 ¡Cómo me equivocaba! La razón es simple: no me parecía que tuviesen la profundidad de otras obras de Turguenev, pese a su magistral perfección formal y estilística. Y solo fue cuestión de seguir leyendo para que llegasen auténticas joyas, toda esa sensibilidad, esa p
rofundidad, unida al estilismo virtuoso de un poeta que hace prosa, con unas descripciones del campo que dejan boquiabierto (me perdía entre la cantidad de plantas, árboles y animales que nombra el autor, muy conocedor del campo por ser tan aficionado a la caza).
En su tiempo fue considerada “obra incendiaria” y se dio la orden de retirarse de la venta (algo que finalmente no se logró). La razón: un aristócrata, un noble, como el genio ruso, realiza una condena de los malos tratos a los vasallos ¡Impensable! Una crítica elegante pero destructiva de la chusma que ejercía su tiranía sobre aquellos pobres hombres; y humaniza a los mujiks, los campesinos rusos, los llena de sentimientos, sensibilidad, miedo, amor...algo hasta entonces, impensable. (recordemos que su obra fue decisiva para que se promulgara el decreto que liberaba a los siervos en Rusia en la década de los 50 del siglo XIX). Hay que señalar que no deja de exhibir tampoco una crítica de esos campesinos muchas veces ignorantes y crueles. En fin, muchos de estos relatos son un retrato perfecto de la vida en el campo en la Rusia de mediados del XIX, tal y como el corazón sensible de Turguenev lo percibía. Pero no es solo eso. Eso está muy bien, pero son aspectos que co
rren el riesgo de quedar anticuados, válidos solo en su contexto. Así, varios relatos abordan, sin dejar de lado lo mentado, asuntos del amor, de la justicia, de la muerte, asuntos trascendentes e inherentes a la condición humana en cualquier época…Especialmente debo nombrar algunos que han dejado una huella muy profunda en quien esto escribe: El Prado de Biezhin, Biriuk, Los Cantores, La Muerte, La cita, Un Hamlet del distrito de Schigry, Chertopjanov y Nedopiuskin, Reliquias Vivientes, y El Bosque y la Estepa. Son relatos asombrosos, de una sensibilidad estremecedora, bellísimos y llenos de lirismo a veces y de profunda melancolía. Y sobre el estilo, creo que muy poco escritores en la historia están capacitados para alcanzar la perfección, la belleza, la profundidad, la exactitud y grandeza de las descripciones del genio ruso. Es asombroso, realmente asombroso, pura poesía como narra los amaneceres, los atardeceres, los bosques, ríos…
En definitiva, otra sorpresa más para mi de este autor cuya calidad no tiene límites, y debe ser reivindicado como una de las figuras más importantes de la historia de la literatura, un artista único e inigualable unido a una persona de bello corazón y alma sensible.


Las Inciertas Pasiones de Iván Turguéniev, de J.E. Zúñiga


Excelente libro, hasta ahora, por lo que sé, la única biografía del genio ruso en español que se puede encontrar hoy en día. Trata la persona de Turguenev en relación con su obra, como una niñez desdichada y sin atención (en especial por la tiranía de su madre)  puede marcar la vida adulta de manera absoluta (algo demasiado frecuente y que había que poner más atención hoy en día, que se deja a los hijos como el que deja un coche en el parking). Bastante completa, cuenta de manera documentada las inquietudes del alma del genio ruso, mostrándonos su lado más humano, un personaje lleno de puntos débiles, miedos, e ingenuidad y contradicciones que marcaron su obra.
Interesantísima su relación, tan particular como obsesiva, con Paulina Viardot, una mujer casada de la que se enamoró, y con la que no hay pruebas de que su relación pasase de una amistad muy cercana, pesé a que marcó su vida y su obra. Nos cuenta también sus relaciones con sus amigos escritores Flaubert, George Sand, Maupassant..
Imprescindible para todo aquel se interese por la figura del genio ruso. Lástima que en otros países europeos abunden los estudios sobre Turguenev, y aquí sean tan escasos, pues su obra da para mucho, y resulta de interés y de enorme vigencia hoy día, y el texto de Juan Eduardo Zúñiga, muy interesante y completo, deja con ganas de ahondar más en otros aspectos del gran ruso.


El Demonio. Lermontov

¿Y si el Demonio se enamora?...El escritor maldito, El Poeta del Cáucaso, el joven cuyo destino parecía sellado por la fatalidad y unido irremediablemente al del genio Pushkin, del que pareció seguir sus pasos hasta en la muerte…¡Lermontov! Ese espíritu rebelde e insolente, ese genio precoz que vivió como un rayo, dejando un haz luminoso eterno (muerto en un duelo, más bien asesinado, en condiciones terribles, demasiado similares a las de Pushkin) Bellísimo poema con resonancias míticas y exóticas, con unas descripciones de la región del Cáucaso que deben encontrarse entre las más bellas (su dotes de excelente pintor, esa visión única de los dedicados a tan bello arte, se palpa en sus descripciones de la región de Georgia que tanta importancia tuvo en su vida) . Lirismo, tragedia, amor, belleza y soledad e incomprensión, y ese sentimiento de fatalidad al que parecía condenado, sin olvidar su mirada trágica ante un mundo insensible (destacar ciertos aspectos realistas y el simbolismo que conllevan los versos, que serían indescifrables de no conocer la vida del poeta) son los elementos principales de esta joya de la literatura, que se me antoja una obra maestra. La traducción, perdiendo siempre el inigualable arte del original ruso, es buena y bien hecha, aunque en algunos aspectos podía ser mejor (el empeño en hacer rimar los versos en español que a veces entorpece la lectura y resta fuerza y lirismo y suena pedestre sin dar idea del original) El estudio realmente completo que viene en el libro (de casi 200 páginas) es muy completo y sólo se echa de menos más estudios y traducciones de este gran poeta. Genial.


Enrique Rull Suárez