Suavemente Ella tomó la rosa
¡Su sonrisa un cielo valía!
Y con su boca tan hermosa
Dijo algo que yo no entendía.
Para mí era como una Diosa
Feliz al verla me sentía,
¡Mi vida era tan dichosa
Con solo ver que sonreía!
Mas ¡Ay! La dicha es tramposa,
Frágil y efímera la vida…
¡Cien mil veces sea maldita
Aquella calurosa tarde!
Marchó donde la muerte habita
Mi bello ángel, Dios te guarde!
Recojo los pétalos
De aquella flor arrancados,
Sobre el suelo esparcidos
Y tan vilmente pisados.
Pisados como mis sueños
Arrancados aquel día;
Así igual yacen ellos
¡Triste imagen de mi vida!
De su aroma nada queda
Su color se ha evaporado,
Mas quedan en esos pétalos
¡Tantos recuerdos de antaño!
Escucha en silencio la luna
El llanto de mi alma perdida,
Que se arrastra moribunda
Escapando de esta vida.
Sólo el viento susurra
Un canto desesperado
Que con ciega locura
Me agarra de la mano.
“Llévame entre las piedras
A un sepulcro adornado
Con pétalos de rosa
Y un ángel a mi lado”
Mi cuerpo no respondía
En mil lágrimas ahogado.
Cuando ya la vida perdía
algo cayó de mi mano…
¡La alianza que debía
Unirme a mi Amor negado!