"Los grandes poetas escriben con sangre y lágrimas y agonía que, como las llamas, devoran y arrasan. Alcanzan la ciega locura con sus manos en la noche..."
Robert E. Howard
La Hija del Rey del País de los Elfos, Lord Dunsany.
Edward John Moreton Drax Plunkett, XVIII Barón Dunsany, conocido en el mundo literario como Lord Dunsany (1878-1957), es uno de los escritores que más ha aportado al género fantástico. Sus cuentos breves bien pueden considerarse auténticos poemas en prosa. Así mismo, sus novelas de tipo fantástico, varias de ellas ambientadas en la España del Siglo de Oro, resultan obras de una belleza sin par, dónde la magia y la poesia, no exenta en ocasiones de una fina ironía, (como todos sus escritos), brillan con luz propia y alcanzan cotas de insuperable belleza y perfección.
Pocos escritores han aportado tanto a la literatura como Lord Dunsany. Su prosa cristalina es un compendio de un lirismo mágico, unas descripciones de imposible belleza y una extraña y maravillosa musicalidad que resultan inigualables. Alabado por Borges, Sprague De Camp, Lin Carter etc... idolatrado por Lovecraft, siendo una de las principales influencias en autores tan afamados como Tolkien o Ursula K. Leguin, por supuesto el mismo Lovecarft, Clask Asthon Smith, Robert E. Howard y un sin fin...sería imposible encontrar un artista capaz de, mediante una prosa poética tan elegante y magistral, evocar paisajes tan bellos que sólo los poetas en sus noches de delirio pueden alcanzar a soñar. Parafraseando a mi amado caballero de Providence H.P Lovecraft, Dunsany es un escritor que hace de cada lector un poeta también.
Esta novela es de las mejores que he leído. Por su puesto, ni su forma ni su contenido se ajustan a los gustos modernos, ni a lo que está acostumbrado el voraz lectos de "bestsellers" y otros productos de diseño prefabricado. "La Hija del Rey del País de los Elfos" (publicada en 1924) es una novela cuya trama es sencilla, que nos presenta dos mundos bien distintos e irreconciliables: el de los humanos, y el de los Elfos. Y el imparable paso del tiempo como elemento fundamental en el devenir de la novela. Sentido épico, romántico, espadas, princesas, reyes de poder inimaginable, castillos etc...son una constante en la novela. La atmósfera de la magia del Reino del País de los Elfos es cautivadora, extraña y atractiva, y queda espléndidamente reflejada por medio de un lenguaje lleno de sugerentes metáforas y descripciones llenas de una belleza sublime y sin par; descripciones que poseen una originalidad y sentido onírico, a la par que una poderosa fuerza evocadora que hacen que el lector se sienta partícipe de esa vorágine de magia y sentido poético, inspirando visiones que pocas formas de arte pueden inspirar en la mente humana. El lenguaje de Lord Dunsany tiene una personalidad propia. Es un auténtico poeta, insisto, aunque sus escritos no estén puestos en verso. Incluso los nombres que inventa o elige para las ciudades y personajes resultan de una grandísima belleza y sonoridad preciosa: Alveric, Lirazel... No es un autor fácil para el lector de hoy. No es un autor que jamás vaya a gustar a todo el mundo. Creo que ha de tenerse una especial sensiblidad para soñar y para imaginar, un deseo de ir más allá de la realidad mundana y navegar por los misterios que nos rodean en la naturaleza que no se ven más que cuando cerramos los ojos. No es mi deseo realizar una reseña de esta maravillosa novela, lenta pero no pesada, detallista, preciosa; tan sólo mi deseo es el de reivindicar a este auténtico clásico que entre la mediocridad del mal llamado mundo de la cultura y de los intelectuales de turno, ha quedado apartado y bastante olvidado. Lovecraft, tan audaz y dotado de esa especial sensiblidad para captar el arte y valorar las atmósferas preternaturales y mágicas de cualquier obra, supo ver la genialidad de este escritor, y la asimiló perfectamente. Lord Dunsany fue un soñador empedernido, un poeta, un genio cuya magia pocos autores pueden igualar. Aquellos que gustan de soñar, de imaginar, de deleitarse con la belleza, deberían leer a este autor. Esta novela es tan lírica como épica, pero, por encima de todo, es una fantasía poética,una obra de arte, un clásico inigualable.
Al infierno bajé Sólo para encontrarte Allí yo te encontré Sin siquiera buscarte Y tu mirada fue Como un sol radiante Y con tu sonrisa me hechizaste, Y mi alma a la tuya encadenaste.
En tus brazos caí Loco por amarte A tus besos sucumbí Y la razón me robaste. Y fue tu voz dulce sinfonía En cada nota sentía Como mi amor ardía. Y mis sentidos embotaste Y mi tristeza tú apagaste.
Sé que fuiste un ángel Y tus alas quiero ser Y las lágrimas pasadas Con mi amor convertiré En gotas de fresco rocío, Que brillen al nuevo amanecer.
Y es mi vida triste sombra De lo que fue junto ti Ahora que lejos estás, Ahora que no estás junto a mí.
Y cuando cierro los ojos Te siento abrazándome Y tus labios rojos Dulcemente besándome…
Y yo sigo aquí Esperándote Velando por ti En mis sueños amándote ¡Maldiciendo cada instante sin ti!
Al infierno yo bajé Sólo para encontrarte Y al cielo te llevaré Para mi amor entregarte.
Y el mío es amor del cielo, Ardiente y sincero Eterno y de fuego ¡El Amor Verdadero!
Entraba por la ventana, colándose entre los agujeros diminutos de la persiana, un madrugador rayo de sol. Era la señal de que el día comenzaba, un nuevo y caluroso día de primavera. Pufy abrió con lentitud sus pequeños ojos. Poco a poco su vista se fue aclarando y acostumbrando a la luz. Estiró perezosamente sus extremidades pequeñas y rechonchas a la vez que abría del todo la boca, lanzando un gran bostezo.
Miró en derredor. Estaba solo. Mila debería estar ya en el colegio. Él se encontraba donde la niña solía dejarle, donde más cómodo se sentía: en la cama, acurrucado en un hueco junto a la almohada. Allí solía pasar la mayor parte del tiempo, y a decir verdad, la mayor parte del tiempo lo pasaba dormido.
Agitó sus brazos, movió la cabeza redonda de un lado a otro, bostezó de nuevo y se dispuso a realizar una de sus visitas a la despensa para aplacar su glotonería con unas cuantas cucharadas de deliciosa miel.
No le resultaba grato ni, admitámoslo, fácil, lograr bajar de la cama e ir hasta la despensa, abrir el armario, quitar la tapa del tarro de miel y volver… Pero tenía hambre, y además era muy, muy goloso. Y el dulce recuerdo de la miel era suficiente estímulo para emplearse a fondo en tan ardua tarea.
Se acercó despacio al borde de la cama, dejó primero caer sus patitas y, como pudo, se asió con fuerza a las sábanas con sus brazos. Descendió un poco, miró hacia abajo de reojo, bajó otro poco, pero resbaló y cayó al suelo rodando patas arriba. Se revolvió y torpemente logró levantarse y ponerse de pie. Apenas se había hecho nada, su cuerpo redondo y blandito le protegía de las caídas, que, por otro lado, eran muy habituales. Suspiró, y con mirada decidida, dando cortos y veloces pasos, continuó su pequeño pero gran viaje.
Pufy, como quizás hayas adivinado, caro lector, era un pequeño osito. Pero no un osito cualquiera: Pufy era un osito de peluche.
Su tamaño apenas alcanzaba los 15 centímetros de altura. Su pelaje corto, suave como el terciopelo, era de un color amarillento bastante pálido, sin brillo, y daba la sensación de que hacía tiempo que no pasaba por un buen baño y aseo. Su cuerpo era algo así como colocar dos bolas, una encima de la otra: la de abajo, un poco más grande, estaba provista de una prominente y graciosa panza, y la sujetaban una patitas cortas y rechonchas, y en la parte alta, tenía unos brazos muy similares a sus patas pero algo más pequeños. Sobre ese cuerpo estaba su cabeza, de gran tamaño, redonda, donde lo primero que destacaba eran sus ojitos negros como pequeños botones, que siempre miraban con curiosidad y una mezcla de inocencia y ternura. Poseía un pequeño hocico poco pronunciado, que acababa en una nariz completamente negra. Su boca, igualmente, era una fina línea de color negro, pequeña, y mostraba casi siempre una leve e ingenua sonrisa. Su cabeza la coronaban dos graciosas orejitas redondas, suaves como el resto de su cuerpo, y del mismo color.
Si el lector ha observado la manera de andar de un bebé cuando comienza a dar sus primeros pasos, se puede imaginar cómo de inestable era la manera de andar de Pufy. Si a eso se le suma que no era lento, pero sí torpe, y apenas se dañaba al caer, (siempre que no fuese desde una gran altura, claro está), puede tener una viva imagen de cómo nuestro osito correteaba y brincaba, caía, volvía a levantarse y seguía avanzando como si nada. Y así una y otra vez. Su pequeño y redondo tamaño no eran lo más adecuado para desenvolverse en una casa, empero, él insistía, y no sin poco esfuerzo, solía lograr sus objetivos y salir airoso en casi todas las ocasiones.
La vida de Pufy era sencilla, tranquila, y muy feliz. Y es qye nuestro osito, para ser feliz, en realidad solo necesitaba tres cosas: miel, dormir y sobre todo, y más que nada, necesitaba cariño.
La miel, cómo acabamos de ver, solía él mismo ir en su busca, y si de camino caía algún dulce más, no le hacía ningún asco, claro está; dormir era su actividad favorita, pasaba la mayor parte del tiempo sumido en un profundo y placentero sueño. A veces despertaba, pero era tan perezoso que ni le apetecía moverse, y al poco rato, volvía a dormirse. Y el cariño…bien, todo oso de peluche que se precie tiene a un niño o una niña que le cuida, le mima, le abraza, le acaricia y habla con él. Y, por supuesto, el oso le devuelve todo ese afecto multiplicado por diez. Pufy no iba a ser menos.
Él tenía a Mila, una niña de ocho años que le cuidaba y le daba todo el cariño del mundo. Con ella vivía desde hace mucho tiempo, al menos, hasta donde su memoria alcanza.
Hablemos ahora brevemente de esta niña.
Mila pasaba mucho tiempo con Pufy. Hablaba mucho con él, y le hacía muchas caricias, le daba abrazos y dulce besos. Ella, al ser hija única, pasaba mucho tiempo sola con el osito, y sentía un grandísimo aprecio por él, pues era con Pufy con el único ser que podía hablar cuando sus padres se enfadaban con ella por alguna travesura, y la castigaban y la dejaban sola en su habitación, o cuando discutía con sus amigas y se ponía de mal humor. Y siempre que estaba triste, allí estaba Pufy.
Era muy felíz junto a su osito. Todos los miedos de Mila, su inseguridad, su tristeza…desaparecían cuando apretaba a Pufy contra sí, y lo estrechaba entre sus brazos. Sentía su pequeño cuerpo tan blandito como algodón, y el suave calor que desprendía, y esto le producía una sensación de inigualable paz, bienestar y felicidad. El osito trepaba por el cuerpo de la niña y le cogía las orejas, o se enredaba entre sus cabellos. También hacía volteretas (con escaso éxito y mucha torpeza, todo ha de decirse), que resultaban tan cómicas que hacían que Mila no parase de reír. Si la veía llorar, se acercaba y con sus bracitos de trapo intentaba secar sus lágrimas, y sonreía para que ella le viese y se alegrara. Pufy siempre estaba ahí cuando ella le necesitaba. Era su osito y le quería tanto como sólo un niño puede querer.
Pufy también veía a otras persona, gente grande, muy altos. Y a decir verdad, no le gustaban. Ellos parecían ignorarle, casi nunca le miraban ni respondían a sus educados saludos. Y por supuesto, jamás le trataban con cariño o afecto.
En cierta ocasión, recuerda nuestro oso, cayó rodando desde el armario de la despensa, tras fracasar en su intento de alcanzar unos tentadores pasteles. Una de aquellas personas reparó en él. Lo recogió del suelo, agarrándole por sus patitas, como si fuera “algo”, y sin mediar palabra, lo dejó con desdén y brusquedad sobre la cama de Mila. Pufy no comprendía por qué le trataban así, cuando él siempre era cariñoso y bueno con todos. La gente alta no le gustaba, todos ellos le ignoraban completamente, actuaban como si no le viesen, como si no existiera.
¡Mila jamás le trataba así! Siempre le tomaba entre sus manos con mucho cariño y ternura, y hablaba con él. ¡Oh, si! Hablaban mucho Mila y Pufy. A veces, cuando llegaba la noche y debía irse a la cama, la madre de Mila entraba en la habitación y le apagaba la pequeña lámpara que había sobre su escritorio, le decía que ahora debía dormirse y le daba un beso de despedida. Entonces su habitación quedaba sumida en una casi total oscuridad, y las sombras parecían cobrar vida y la rodeaban y se movían, aproximándose lentamente a su cama. Y Mila sentía miedo, mucho miedo. Así, a pesar de que prometía a su madre que se iba a dormir, en lugar de eso, abrazaba fuertemente a Pufy y comenzaban a hablar. Y Mila dejaba de sentir miedo. El osito le contaba historias de otros mundos, de lugares mágicos, de seres fantásticos, de ciudades de imposible belleza; y la niña escuchaba con atención y pasaba horas viajando por todos aquellos fascinantes lugares. Y se sentía reconfortada, y muy feliz, caminando por bosques de color esmeralda con árboles que hablaban, y ríos de agua cristalina en los que había ninfas con alas y otros seres, y un arco iris sobre el que se podía caminar y llegar a las nubes. Y de esta manera se quedaba dormida, y sus sueños eran dulces y bellos.
Y si has llegado hasta aquí, caro lector, es que tú también te has interesado por la sencilla vida de este osito de trapo. Mas has de saber que cierto día, nuestro protagonista vio su paz y su felicidad alterada…
Un día, Pufy despertó, abrió los ojos y sólo vio oscuridad. Se asustó, pues Mila tampoco estaba a su lado. Su cuerpo estaba todo dolorido y se sentía agotado. Se frotó los ojos varias veces, y los abrió de nuevo de par en par, tratando así de aclarase la vista. Pero la espesa oscuridad seguía rodeándolo. Y su cuerpo le dolía mucho. Apenas podía moverse.
“¿Dónde estoy? ¿Y Mila?”
Chof, chof, chof…gotas de agua golpeaban el suelo con un rítmico y monótono sonido regular. Parecía el goteo de un grifo mal cerrado o de una cañería averiada. Y eso era lo único que oía Pufy, ahora que intentaba aguzar sus sentidos para averiguar dónde se encontraba. El suelo era duro y frío, y el ambiente estaba lleno de humedad. No era la cama de Mila, de hecho, no era ni su casa. Y estaba completamente solo.
Asustado, no sabía qué hacer, pues jamás se había encontrado en una situación similar. Muy despacio, movió su pequeña pata y trató de avanzar entre la espesa negrura, a la vez que alargó sus brazos palpando el vacío para evitar chocar contra algún objeto imposible de ver. No encontró nada que interrumpiese su camino. Con más decisión, comenzó a andar sin saber a dónde iba, y entonces, al dar un paso, bajo sus pies solo encontró el vacío, y se precipitó entre las sombras.
Cayó rebotando, se golpeó dos o tres veces, volvió a rebotar, y al fin alcanzó el suelo, rodando como un ovillo de lana. Se recompuso rápido. Estaba muy asustado y mareado, y sentía su cabeza dar vueltas. Una vez en pie, y más relajado, distinguió una pequeña luz que se filtraba entre la oscuridad. Se dirigió hacia ella, ahora lentamente, cuidando cada paso que daba. Poco a poco fue descubriendo que la luz se colaba por una abertura… Era la rendija de una puerta que no estaba del todo cerrada. Con sus patitas y sus manos hizo palanca, con mucho esfuerzo, empujando con todo el cuerpo, hasta que logró separar la puerta lo suficiente para poder colarse por la rendija, y así, logró salir a la luz del día.
La calle. ¡Todo era tan grande para Pufy! Se acurrucó con miedo junto al muro del edificio del que había salido. Se pegó a la pared, mirando hacia arriba. Ante sus ojos pasaban personas de gran estatura: era la gente alta que él conocía, pero había muchos e iban caminando como muñecos de cuerda, a un veloz paso, sin reparar en nada más ni detenerse. Iban hacia algún sitio, cada uno parecía tener un objetivo, y lo perseguía como si hubiera sido programado para ello. Entre ellos ni se miraban, ni hablaban, y parecían estar molestos.
Más allá, solo veía coches y más coches y edificios grises de un tamaño gigantesco.
Miró a los lados, y decidió que debía ponerse a andar. Debía encontrar a Mila. Comenzó, así, a moverse calle arriba, tan rápido como sus patitas se lo permitían. Se sentía agobiado, nervioso, y tenía mucho miedo. Y por encima de todo, sentía una profunda soledad y una tristeza que jamás había conocido. No sabía qué dirección debía tomar, solo que debía avanzar, seguir corriendo. Jadeaba, se caía, se levantaba y seguía avanzando. Chocó varias veces con los pies de la gente alta, rodó por la acera, patas arriba, pero le daba igual, no parecía importarle. Se levantaba como si nada, y seguía avanzando. Nadie reparaba en él. Nadie parecía ver ni percibir aquella diminuta figura amarillenta de peluche que se movía tan rápido.
Necesitaba encontrar a Mila. A lo mejor ella le necesitaba a él. A lo mejor ella estaba triste y necesitaba abrazarle y hablar con él. No quería estar en esa ciudad, con esa gente. Quería volver a estar con Mila. Su vida dependía de ello.
Dejó que su instinto le condujera por entre las calles, dobló varias esquinas, cruzó varios pasos de peatones. Incluso atravesó un pequeño parque, aunque para él parecía una auténtica selva, abriéndose paso con mucha dificultad por el césped y entre los espesos matorrales. Estaba exhausto. Se sentó jadeando. Miró hacia arriba. La gente pasaba y pasaba, caminando rápidamente, sin mirar abajo. Nadie le hacía caso. Todos ellos parecían enfadados, molestos. Y su mirada era tan amarga… ¿Dónde estaba la dulce sonrisa de su Mila? ¡Cuánto la añoraba!
No podía quedarse allí, debía seguir avanzando. Se levantó de un salto y retomó de nuevo su carrera entre las calles. El cansancio se iba adueñando de su cuerpo, sus patitas cada vez flaqueaban más y perdía el equilibrio. Y de pronto, al torcer una esquina, la vio. Y comprendió todo lo que había ocurrido.
Era Mila. Pero ya no era la pequeña niña que, con tanto cariño, le cuidaba y le abrazaba. Ahora era una más de aquellas personas tan altas, que nunca le hacían el menor caso. Era toda una mujer. Su físico difería mucho del que él conocía. Evidentemente, era culpa del tiempo: raudo, sin pausa, nada le detiene y nadie es inmune a su paso.
La reconoció por su mirada: otrora tan dulce e inocente, tan fresca y sincera, tan radiante… y ahora, cubierta por una espesa niebla de indiferencia, tristeza y amargura. Pero el osito veía a través de ese oscuro velo. Porque sólo los animales, dicen, pueden mirar al infinito a través del mundo, cuando fijan la vista en el vacío y con imperturbable atención, escrutan algo que los humanos no podemos llegar a ver. Y aunque Pufy era de peluche, no por ello dejaba de ser un oso. Y de esa manera supo que aquella mujer era Mila.
Se acercó corriendo hacia ella, chillando. Se agarró a su tobillo y tiró del bajo del pantalón con todas sus fuerzas, a la vez que gritaba:
-¡Mila! ¡Mila! ¡Soy yo, aquí abajo!
Pero la mujer no miró. Ni se inmutó.
Pufy insistió, gritó más alto, golpeó sus tobillos y calló rodando. Estaba muy cansado, las fuerzas le abandonaban. Un último esfuerzo. Se colocó en su campo de visión, y agitó sus brazitos, mientras daba brincos y gritaba desesperado y muy nervioso.
Al fin Mila miró hacia abajo. Su mirada se detuvo donde estaba Pufy. Por un momento dirigió la vista hacia él con gran interés, mientras fruncía el ceño. Un instante después suspiró, apartó la vista, y agitó con ademán negativo la cabeza. Y siguió su camino, con cara de enfado, murmurando para sí algo ininteligible.
Ni le había visto El osito se sentó en el suelo y allí permaneció, observando como, poco a poco, la figura de la mujer se alejaba, haciéndose cada vez más pequeña hasta perderse entre el gentío.
Ella ya no le reconocía, como toda esa gente grande.
Se sentía un fantasma, perdido en un mundo sin sentido. Sus ojos se humedecieron. Con la ayuda de sus manos, se las arregló para volver a ponerse en pie, y siguió andando. Ya no llevaba rumbo ni sabía a dónde ir. Caminaba dando tumbos, lentamente, mirando al suelo, a la nada. Sólo quería escapar, huir de todo, alejarse de este mundo. Desaparecer. Quería desaparecer para siempre.
Y así fue cruzando calles y más calles…
Sintió calor y algo que le oprimía el cuerpo.
Pufy abrió los ojos de par en par, sobresaltado. Se encontraba apretujado con dulzura entre los brazos de Mila, en la cama de la niña. Ella dormía profundamente, y su rostro mostraba una suave sonrisa que transmitía paz y felicidad. El osito suspiró, calmado. Todo había sido un sueño. Ahora de nuevo se sentía seguro, y volvió a invadirle la alegría. Su cariño por la niña había aumentado todavía más. Con sumo cuidado para no despertarla, escapó de entre sus brazos, y se aproximó a su oído:
- Jamás dejes de ser una niña – le susurró Pufy. – Aunque crezcas de tamaño, nunca dejes de soñar, de tener ese entusiasmo, esa imaginación, esa alegría, y ese corazón tan grande y tan lleno de amor. Así, siempre estaremos juntos.
Y le dio un beso en la mejilla, y volvió a meterse entre sus brazos. Y Pufy y Mila fueron felices.
Pues sin palabras, de nuevo gracias a DragonLord que desde su estupendo blog Altar Of Metal, concede a mi trabajo este simbólico premio de reconocimiento al esfuerzo. Como ya dije, nunca pensé que mi blog fuese a interesar apenas a nadie, ni mis humildes escritos y locuras varias de un caballero fuera de su tiempo. Así que de nuevo quiero agradeceroslo a todos y cada uno de los que pasáis por aquí y los que me animáis, y que os interesáis por mis escritos. Yo ahora eligiré 5 blogs es esta catergoria para ser premiados, y aquí van:
Blogs Premiados al Esfuerzo Personal 2009:
El Grito Silencioso - Clarita Blog de mi amiga Clarita, con mucha sensibilidad, personalidad, inteligencia...lleno de escritos preciosos sobre la vida, la existencia, la tristeza, poemas etc...
El Salvador Vive Metal Grandísima labor de subir albums de metal de géneros diversos de gran calidad con comentarios estupendos para cada uno.
Albums de Metal Melódico Impresionante, una auténtica enciclopedia de descargas de metal y más...
Green Paper Salad Blog estupendo de un amigo para estar al día de todo lo que se cuece en el mundo del cómic, con artículos amenos y muy bien escritos sin dejar de lado toques de humor.
Gothland Park Grandísimo blog, quizá el mejor para música gótica y géneros afines, sobre todo de Love/Gothic Metal/Rock de Finlandia, muchos grupos y albumes casi imposibles de encontrar, indispensable para los amantes del género.
Pues esos son los elegidos, todos ellos llevan mucho esfuerzo tras de sí, y mérito. ¡No dudéis en visitarlos!
Pues gracias a Dragonlord por otorgarme este premio, desde su gran blog dedicado a la música, en concreto a ese gran estilo tan variado y rico que es el metal. Nunca esperé ni siquiera que alguien le prestase mucha atención a este espacio que creé sin demasida convicción. Así que de paso aprovecho para agradeceros a todos y cada uno de los lectores, visitantes y seguidores que tiene mi blog, y en especial a aquellos que me han dejado comentarios tan bellos y que tanto me han animado. En especial a una gran amiga y una persona maravillosa, Clarita, porque indirectamente me ánimo a creer en mí y a hacer posible este blog. Gracias a todos de todo corazón. Y como he de premiar yo 5 blogs en esta misma categoria, aquí los dejo, no dudéis en visitarlos. Los premiados son:
Pues esos son los premiados, blogs variados pero todos ellos tienen en común mucho esfuerzo, interés, y pasión por lo que hacen, cuyos contenidos resultan realmente buenos, muy bien elaborados, con excelente gusto y profesionalidad. Vale la pena visitarlos y seguirlos. Gracias de nuevo.
En invierno yo encontré Una flor de primavera Buscaba el fuego y hallé A mi dulce y bella Lorena
Quiera Dios perdonarme Por buscar tu compañía, Y de ti enamorarme Con la esperanza perdida ¡Y Aún así engañarme Mientras estos versos hacía!
En tus brazos me he sentido Como un Dios debe sentirse; Como un niño te he querido, Con amor y con cariño, Sin razón y sin sentido.
Tus caricias tocaron A este triste corazón Y tus ojos bañaron De locura mi razón.
Y te irás Como la dulce brisa Como una estrella fugaz, Y tu sonrisa Conmigo seguirá Y tu mirada Imposible de olvidar En mi corazón grabada Por siempre jamás.
En estos días, confundido, ¡he recordado tanto tu cariño! En la noche a mi lado A ti te imaginaba Y tu cuerpo Me abrazaba Bajo el mío Temblaba Y tu boca susurraba, En tu fuego Me abrasaba ¡Eterno amor Te juraba!
Un instante de amor contigo Valió más que toda mi vida entera, Una vida junto a ti Lorena ¡Para mí sería el cielo en la tierra!
Y te irás Como el sol en la tarde Sin amanecer nunca más Y tu sonrisa Tantos recuerdos me traerá Y tu mirada que no puedo olvidar En mi corazón grabada ¡Por siempre jamás!
El enlace de ahí arriba es,en pocas líneas y muy escueto, un buen resumen, de lo mejor que ha aparecido en los diarios en estos ultimos días sobre el Genio. Esto que sigue,como comentario al artículo de arriba, lo escribe, este humilde aficionado y diletante de la obra del maestro, de la poesía, de la literatura, y del lado más mágico y pasional del ser humano, entre otras cosas :-)
Relegado a autor juvernil de "cuentos de miedo", injustamente menospreciado y muy conocido pero poco leído y comprendido, este años se cumplieron 200 años del nacimiento de Poe.
Quiero señalar y poner énfasis en varios detalles que conviene tener presentes: su influencia en genios como Lovecraft, Machen, Kafka, Baudelaire; enla poesía en general, que quedó prendada de sus novedades y genio, y absolutamente influida; admirado por tantísimos escritores, pintores, músicos, de todas épocas y ámbitos, desde el super ventas Sthephen King (su principal influencia, junto a Lovecraft), al mítco y genial director Tim Burton (sus películas tan bien ambientadas son de lo poco en el cine que ha logrado aproximarse a las atmósferas de los escritos de Poe), Richard Matheson, Bradbury, y en tantísima música de todos los estilos, como Nox Arcana, innumerables grupos de Metal, música clásica, hasta series de TV, es decir, una influencia que se expande en el tiempo hasta nuestros días y que abarca todos los campos artísitcos y los medios populares.
Reivindicar la figura de Poe y su obra, su trágica vida, entendiendo su alcoholismo como enfermedad, sus locos amores y pasión, más allá de los erróneos tópicos y los etiquetados facilones de "borrachín" o "el que escribe cuentos de miedo", es lo que pretendo con esta nota. Sus relatos y su poemas son uno, ambos poesía, ambos magistralmente escritos. El lenguaje utilizado, cada palabra, cada frase, colocada en su justo lugar y medida oportuna, como los cimientos que se colcocan para construir una maravilla arquitectónica. El amor, el terror, las pasiones y miedos humanos envueltos en una atmósfera uníca, están perfectamente retratados en su obra, tan irreal y "fantástica" en apariencia, un espejo fantástico que refleja la más absoluta realidad de cada uno de nosotros.
En estos tiempos que corren en que todo lo que se escribe es de puro consumo, efímero y rápido, vacío sencillo y simplón, como la sociedad en que vivimos, es todo un placer detenerse y maravillarse con la obra de Poe, un auténtico legado tan trágico como magistral, tan actual como inmortal.
Podría extenderme mucho sobre Poe, y aún así solo soy un simple aficonado "medio", estoy más puesto en autores como Lovecraft o Robert E. Howard. Dudo que casi nadie lea esta nota, como dudo que casi nadie lea a Poe fuera de algún cuento o poema, obligado por el corroído "sistema educativo", o por cierto gusto por que le tilden de "friki" como se dice ahora...pero me doy por satisfecho con estos artículos tan breves que aparecen en la prensa escrita (el tercer "media mass") , como testimonio de la importancia e influencia de este autor, al menos aunque sea cada cien años, ,algo es algo...
Aquí dejo un pequeño reportaje-documental emitido en TV sobre la figura del Maestro.
Y Aquí esta espléndida canción del disco Edgar Allan Poe, Legado de una Tragedia, la mejor y más lograda, a mi juicio, de esta más que digna ópera-rock.
Así mismo, dejo está versión de su famosísimo poema "El Cuervo" narrada en español, con la música de fondo del grupo Nox Arcana:
Y para terminar, citaré el comienzo de uno de sus relatos breve, pues considero que es impresionante el dominio de la psique humana que tiene el genio de Baltimore, y la capacidad de atraer la atención del lector desde el comienzo como muy pocos autores, penetrando en terrenos que se piensan incuestionables, haciendo temblar los cimientos de la limitada concepción de la realidad del ser humano:
"Provengo de una estirpe que se ha distinguido por el vigor de su fantasia y el ardor de su pasión. Los hombres me han llamado loco; pero no está esclarecida la cuestión de si la locura es o no es lo sublime de la inteligencia, de si buena parte de lo que es glorioso -todo lo que es profundo- no surge de una dolencia del pensamiento, de unos modos del espiritu exaltado a expensas del intelecto general. Los que sueñan de dia tienen conocimiento de muchas cosas que escapan a los que sueñan únicamente de noche. En sus grises visiones captan vislumbres de la eternidad y se estremecen, al despertarse, viendo que han estado al borde del gran secreto. A retazos aprenden algo de la sabiduria del bien, y más aún de la del mal. Penetran, no obstante, sin timón ni brújula, en el vasto océano de la "luz inefable".
Publicado en XLSemanal de El País, Número: 1050, del 9 al 15 de diciembre de 2007
Muy buena exposición y crítica de la música actual, tanto a las chorradas del Heavy, sobre todo nacional, como a toda la basura efímera y exítos prefabricados de los niños guapos de turno...Tiene toda la razón, y dice verdades y realidades; pero este artículo no va a ser leido por masas, no saldrá en TV ni en las radios, ni lo comentarán en Operación Triunfo ni en Gran Hermano, ni en las series españolas esas de las tetas y el paraiso o como sea o las de las juventudes y su problemática y sus "malos royos" y "rebeldía" que salen entre lo más visto...Esta opinión, por mucha razón que tenga, cae en saco roto porque trasngrede las normas impuestas por las sociedad, y por las modas que imponen los medios de masas. Por desgracia la gente solo escucha lo que le echan y ya está, y les gusta porque es lo que gusta a todo el mundo y hay que seguir los estereotipos, la falsa realidad parcelada y sacada de contexto que reflejan los grandes medios de masas y que "nos obligan" a imitar. Se acepta sin pensar, sin conocer, sin dudar. Sin criterio. Te dicen lo que es divertido y como divertirte, lo que se lleva, lo que hay que ver, que leer, que pensar y cómo actuar...
No en toda, pero en buena parte de esta música hay arte, hay música de verdad, no superéxitos de tres días ni canciones del verano, y hay una cultura que nos quieren negar porque no es bueno dejarnos pensar y elegir, porque eso significa ser libres y no hacer lo que les interesa. La realidad es la mía, no la que me quieren presentar. Seguiré escuchando lo que me gusta, conociendo y eligiendo por mí hasta el día que me vaya de este mundo. Forever Fighitng The World.
Enrique Rull
Sin más, les dejo con dicho artículo:
"No soy muy aficionado a la música, excepto cuando una canción –copla, tango, bolero, corrido, cierta clase de jazz– cuenta historias. Tampoco me enganchó nunca la música metal. Me refiero a la que llamamos heavy o jevi aunque no siempre lo sea, pues ésta, que fue origen de aquélla, es hoy un subestilo más. Siempre recelé de los decibelios a tope, las guitarras atronadoras y las voces que exigen esfuerzo para enterarse de qué van. Las bases rítmicas, el intríngulis de los bajos y las cuerdas metaleros, escapan a mi oído poco selectivo. Salvo algunas excepciones, tales composiciones y letras me parecieron siempre ruido marginal y ganas de dar por saco, con toda esa parafernalia porculizante de Satán, churris, motos y puta sociedad. Incluidas, cuando se metían en jardines ideológicos, demagogia de extrema izquierda y subnormalidad profunda de extrema derecha. Etcétera.
Sin embargo, una cosa diré en mi descargo. De toda la vida me cayeron mejor esos cenutrios largando escupitajos sobre todo cristo que los triunfitos relamidos, clónicos y saltarines, tan rubios, morenos, rizados y relucientes ellos, tan chochidesnatadas ellas, con sus megapijerías, sus exclusivas de tomate y papel cuché, y toda esa chorrez envasada en plástico y al vacío. Al menos, concluí siempre, los metaleros tienen rabia y tienen huevos, y aunque a veces tengan la pinza suelta y hecha un carajal, éste suele ser de cosas, ideas, fe o cólera que les dan la brasa y los remueven, y no de cuántas plazas será el garaje de la casa que comprarán en Miami cuando triunfen y puedan decir vacuas gilipolleces en la tele como Ricky, como Paulina, como Enrique.
Pero de lo que quiero hablarles hoy es de música metal. Ocurre que en los últimos tiempos –a la vejez, viruelas– he descubierto, con sorpresa, cosas interesantes al respecto. Entre otras, que esa música se divide en innumerables parcelas donde hay de todo: absurda bazofia analfabeta y composiciones dignas de estudio y de respeto. Aunque parezca extraño y contradictorio, la palabra cultura no es ajena a una parte de ese mundo. Si uno acerca la oreja entre la maraña de voces confusas y guitarras atronadoras, a veces se tropieza con letras que abundan en referencias literarias, históricas, mitológicas y cinematográficas. Confieso que acabo de descubrir, asombrado, entre ese caos al que llamamos música metal, a grupos que han visto buen cine y leído buenos libros con pasión desaforada. Ha sido un ejercicio apasionante rastrear, entre estruendo de decibelios y voces a menudo desgarradas y confusas, historias que van de las Térmópilas a Sarajevo o Bagdad, incluyendo las Cruzadas, la conquista de América o Lepanto. Como es el caso, verbigracia, de Iron Maiden y su Alexander the Great. La mitología –Virgin Steele, por ejemplo, y su incursión en el mundo griego y precristiano– es otro punto fuerte metalero: Mesopotamia, Egipto, La Ilíada y La Odisea, el mundo romano o el ciclo artúrico. Ahí, los grupos escandinavos y anglosajones que cantan en inglés copan la vanguardia desde hace tiempo; pero es de justicia reconocer una sólida aportación española, con grupos que manejan eficazmente la fértil mitología de su tierra: Asturias, País Vasco, Cataluña o Galicia. Tampoco el cine es ajeno al asunto; las películas épicas, de terror o de ciencia ficción, La guerra de las galaxias, Blade Runner, Dune, las antiguas cintas de serie B, afloran por todas partes en las letras metaleras. Lo mismo ocurre con la literatura, desde El señor de los anillos hasta La isla del tesoro o El cantar del Cid. Todo es posible, al cabo, en una música donde el Grupo Magma canta en el idioma oficial del planeta Kobaia –que sólo ellos entienden, los jodíos– mientras otros lo hacen en las lenguas de la Tierra Media. Donde Mago de Oz alude –La cruz de Santiago– al capitán Alatriste y Avalanch a Don Pelayo. Donde los segovianos de Lujuria lo mismo ironizan sobre la hipocresía de la Iglesia católica en cuestiones sexuales que largan letras porno sobre Mozart y Salieri o relatan, épicos, la revuelta comunera de Castilla. Y es que no se trata sólo de estrambóticos macarras, de rapados marginales y suburbanos, de pavas que cantan ópera chunga con corsé gótico y casco de walkiria. Ahora sé –lamento no haberlo sabido antes– que la música metal es también un mundo rico y fascinante, camino inesperado por el que muchos jóvenes españoles se arriman hoy a la cultura que tanto imbécil oficial les niega. El grupo riojano Tierra santa es un ejemplo obvio: su balada sobre el poema La canción del Pirata consiguió lo que treinta años de reformas presuntamente educativas no han conseguido en este país de ministros basura. Que, en sus conciertos, miles de jóvenes reciten a voz en grito a Espronceda, sin saltarse una coma."
La citada balada de Tierra Santa, cantando La canción del Pirata (la mitad del poema aquí).