domingo, 8 de septiembre de 2013

Notas De Un Poeta Fallecido

"¿Amar? He amado tres veces,
tres veces, y las tres sin esperanza."
M. Lermontov 


Declina el sol ante mis ojos, hundiéndose en cálidos colores ígneos, bajo un cielo azul y gris ceniza. En un instante la brisa se ha tornado fría y áspera, y la vida languidece con presteza a mi alrededor. Pasear a estas horas ya no resulta agradable. Me dirijo ahora a casa.    
Mi caminar es lento y pesaroso. Mis pensamientos se han ido tornando cada vez más tristes con el declinar del día. 
Creo que la nostalgia espera a la noche porque se comprenden muy bien. 
Entro en mi habitación. No hay rastro de vida. La casa esta sola, en completo silencio. Mi cuarto con su habitual desorden. Tantas cosas, tantos trastos que me esperan en el mismo lugar. Parecen mirarme, observarme en misterioso y eterno mutismo.
Me siento en mi escritorio y hundo la cabeza entre las manos, abrumado por una nostalgia indescriptible. 
A mi mente van llegando recuerdos del pasado, poco a poco, como si uno arrastrara al otro de la mano, a cada cuál más triste. Son recuerdos que salen de algún lugar de la memoria donde permanecían presos y ocultos. ¡Oh! ¿De dónde salís? ¿Qué os trae de vuelta? ¿Y por qué? ¿Por qué?¡Espíritu soñador! ¡ Tú me traicionaste ! Mi Mefistófeles.... ¡Cuántas mujeres amé de manera desaforada, rozando la locura! ¡Cuántas lágrimas, cuánto amor tan puro vertido en el suelo, como el dulce vino de una copa que se derrama! ¡Pero tú, tú estabas por encima de todas....!
Fui feliz a su lado. Dormía junto al dulce murmullo de su corazón. Su perfume era la atmósfera del cielo, el sutil y denso aroma que despiden los ángeles. 
Entonces estaba vivo. Sentía mi alma brillar, sentía cada partícula de mi ser rebosar de alegría, de una fuerza renovada que me otorgaba alas para llegar a cualquier lugar. 
He intentado recuperar esos momentos en vano. Escuché a los sabios, intenté enfrentarme a la razón cara a cara. Entendí todo lo que había que entender. Fui fuerte y seguí mi camino solo. A cada paso avanzaba, como me dijeron los maestros. Pero yo recordaba mis alas; y arrastrar el cuerpo para alguien que ha volado es una lenta y penosa agonía. “No te ancles a tu pasado” me dijeron ellos entonces. Borré mis recuerdos, encontré gente nueva, trabajo nuevo, nueva casa y una nueva vida. Pero yo lo sabía,  no eran los recuerdos, era mi esencia, mi propia naturaleza. Yo había tenido alas, necesitaba volar. En un instante había poseído la eternidad. Y ahora me arrastraba por el suelo. La lucha estaba perdida. 
Por la ventana contemplo la luna. ¡Oh, quisiera enamorarme de ti, pensar que eres “tú”, quisiera poder contemplarte cada noche con regocijo, y dormir acariciado por tu divina y etérea luz! Y aún cuando nunca te alcance, despertar cada día con la esperanza de volver a verte brillar. 
Me siento prisionero. La vida es una tumba fría y solitaria. Sé que este no es mi lugar.
El ruiseñor envidiaba las notas que articulaban sus labios. ¡Qué música, llena de frescura, de acariciante ternura y de una misteriosa e inefable belleza! Sabía tañer las cuerdas de mi corazón hasta hacerlas vibrar en un éxtasis celestial. Y la veía caminar, y nunca caminaba, sino que danzaba con la elegancia de un cisne, con magia que embotaba los sentidos de quienes la contemplaban.
Todo el cuarto está a oscuras. Nunca fue la oscuridad tan cruel, tan lacerante. Hoy las tinieblas vienen acompañadas de ese frío que congela hasta el tuétano, y de esa soledad angustiosa que se debe asemejar al infierno. Me fallan las fuerzas.
Salgo solo al camino. Oigo el roce de las hojas que se agitan suavemente en la espesa oscuridad. Avanzo sin conocer mi destino, como un barco abandonado a la corriente. 
El mundo duerme. Las personas recogidas en sus casas. Les envidio. Unos se aman, otros se dejan llevar por sus sueños, otros en desvelo, combaten contra sus problemas tan mundanos pero dignos. Todos en sus hogares, esperando un nuevo amanecer para continuar con sus vidas. Yo no tengo hogar. Un demonio, una inquietud corroe mi alma y no me deja descanso. A cada paso siento que mis pulmones se van quedando sin fuerza. ¿Quizá volé demasiado alto? Si así fue, es el amor el que me condena. Y aún en estos momentos en los que sé que mi vida se extingue, no puedo dejar de pensar en ella. 



Enrique Rull Suárez

domingo, 21 de julio de 2013

Recuerdo y Olvido

Despierta el eco dormido
De tu sombra en la ventana,
Noche de lluvia y vino,
¡Y tu imagen adorada!

Cantabas ¿recuerdas?
Cantabas junto a la ventana,
Y era tu mirada
El suspiro de tu alma,
Dulce, tierna, lánguida,
Todo en ese fuego que quemaba.
El roce de tus dedos,
el sabor de tus labios y el deseo...
Al amor nos entregamos,
Y tras el violento arrebato,
El dulce cielo,
Dos cuerpos, un alma,
Tanta ternura,
en la más bella

y sagrada calma.


Regresas hoy.
Apenas ya respiro,
Regresas cual recuerdo
En este sueño en el que vivo.

Seguí avanzando solo:
Hablo, como y río.
Seguí por la vida
Mintiendo sin sentido.
Te engañé a ti,
Me engañé a mi mismo.
Cruel burla de un cuerpo
Que perdió su alma
Al tratar de enterrarte en el olvido.
Caminé sin ti,

(¿Cómo he podido?)...
Hoy mi botella, el vino y el delirio,
Hoy es todo claro y nítido.
Tú recuerdo en la ventana,
y tu silueta que canta...¡Tan dulce, amor mío!
Hoy otra vez por ti suspiro.
Estoy vivo y no soy nada.
Mi corazón late sin ritmo,
No tiene sangre, no tiene brío,
Sé que de muerte está herido.
Un último trago amor mío,
Apuro esta gota,
Arrojo el vaso al olvido,
Que tu recuerdo me acompañe
En mi último suspiro. 


Enrique Rull Suárez

jueves, 30 de mayo de 2013

Gotas de Lluvia

Es la lluvia una música que, cual rumor distante y lejano, trae recuerdos de otros tiempos, de otros rostros, de delicados aromas que hacía mucho se habían evaporado. Manto frío y gris se extiende fuera. Y pronto el abrigo de la noche: sensual, misteriosa, a veces triste...¡A veces triste! Cuán sola cada gota que cae del cielo, que golpea el suelo, grita y desaparece en la nada, sin siquiera dejar eco... ¿Será así reflejo de nuestra vida? Quizá, quién sabe. Gotas que caemos y desaparecemos en la noche sin siquiera dejar eco. Pero a veces, ¿no es la lluvia dulce y reconfortante melodía? Hay algo de pureza y de libertad cuando danzamos bajo la lluvia. Hay algo mágico y único cuando besamos bajo la lluvia. 
Sé que me iré, gota solitaria, algún día contra al suelo caeré y no habré de seguir. Mas mientras caigo, quiero tocar la más bella melodía. Quiero que ese dulce y acariciante rumor lejano llegue a los oídos de las más bellas almas, de los grandes y cálidos corazones que en su soledad se cobijan durante noches lluviosas. Y sé que esa melodía habrá de perdurar, como perduran los verdaderos besos, como perduran los héroes, como perduran los poetas.
E-

jueves, 18 de abril de 2013

A un amigo

Vi tu mirada.
Acaso 
¿Era tu alma? 
Estaba rota, mustia, ¡muerta!
¡Si, era tu alma!
Puedes sonreír pero no me engañas,
sé que el diablo te ha roto por dentro, 
sé que anoche
deseaste partir
hacia el olvido eterno.
¡No te avergüences amigo mío!
Que yo 
bien te comprendo. 

¿Y esas lágrimas invisibles?
¡Esa furia, esa rabia que grita,
Y que contienes con agallas!
¡Y Dios mío,
Toda esa tristeza que te baña…!

Lo sé, lo sé.
Fueron los segundos horas,
La noche, el infierno,
Puñales con veneno que a miles
Se clavaban.
Hasta el aire dando dentelladas.
¿Quién habla del cuerpo?
¡No yo, que conozco el dolor del alma!

Y aún así delante de mí
Ni una lágrima derramada.
¡Valiente, llora! Eres hombre.
Eres más hombre que nadie
Porque amas,
Y con todo ese dolor en la mirada,
Con todo perdido,
Aún aguantas.

No, no es la vida justa,
No es un bello cuento de hadas.
Y me destroza el alma
Ver tu mirada rota
Por el dolor desgarrada.
Amigo mío, ¡aguanta!

A R.


Enrique Rull Suárez

martes, 26 de marzo de 2013

A mi Abuela

Me da miedo el otoño
Cuando sé que no volverá la primavera.
Te miro. Tus ojos fijos en el vacío.
Tiemblas. Fría. Mustia. 
Estás y no estás.
Tu vida son recuerdos. 
¡No es esperanza, 
No son sueños!
Recuerdos. Sólo Recuerdos.
¿Pensarás en el mañana
Cuando sabes que no habrá?
Apenas, con desprecio,
Al futuro le dedicas algún instante.
La juventud tiene los sueños
La madurez tiene el presente.
Pero ¿y la vejez? ¿Acaso ya no siente?
¿Acaso porque ya sabe, no siente?
¿O porque sabe,  no sueña?
Con altivez indiferente espera la tierra
Volver a abrazar a sus hijos.

Aún puedo verte coser mi ropa en la cocina
Tus hábiles dedos, con tanto empeño,
en la labor absorta, mientras humeaba
El aromático guiso que preparabas,
Y que con cariño cuidabas al mismo tiempo.
Y tantas riñas, caricias y juegos…
¡Cuán ágil perseguiste
A aquel travieso nieto,
Con intención de darle algún azote
(Merecido, reconozco)
Por su avieso comportamiento!
¡”Diablillo”! ¡Cómo me gritabas!
¡En la tarea, doy fe, energía derrochabas!
¡Cuántos dolores de cabeza por mi culpa!
¡Pero qué bien lo pasaba! ¡Y tanto te quería!
Al parque me acompañabas. Al salir del colegio.
Me protegías. Me cuidabas. Me enseñabas.
Y yo sin saberlo.
Hoy apenas puedes moverte. Apenas oyes.
Apenas hablas.
Hoy soy yo parte de tu aliento.
Han caído las hojas.
Débil, trémula,
Apenas unos huesos y piel ajada quedan
de aquella figura robusta y lozana
que antaño tanto me cuidaba y enseñaba.

Hoy crecí. Aprendí algunas cosas abuela.
Mas aún la vida yo no comprendo:
No comprendo si hoy el otoño llega
Por qué no ha de volver la primavera.

Dedicado a mi abuela.


Enrique Rull Suárez

domingo, 17 de marzo de 2013

No Sobreviviré Otro Otoño...

Escarcha en los párpados,
Pupilas de cristal,
Marchitos los labios,
Se apagó el astro del día.
Dijiste no. La vida pasó.
Todo es humo,
Viene de la nada, a la nada va
Y dibuja mentiras en el cielo
Que jamás podré olvidar.

No sobreviviré otro otoño.
No quiero ser uno más sin corazón.
Ya elegí sacrificar el sano juicio
Mas ahora el doble siento, el doble sufro
El doble lloro y muero por dos.
En mis venas corre sangre emponzoñada
Violento y agrio vino de inquietud
Que no me deja, desde pequeño,
Vivir la vida en plenitud. ¡Locura!
Si.
O Amor.
.
Soy soledad en la distancia,
Triste rama que el viento
Del árbol arrancó.
No sobreviviré otro otoño.
Era de noche. Mi lamento nadie escuchó.
Seguí las huellas de tu último beso,
Al abismo me llevaron. Al dolor.
¿Hay luz en la vida?
Venimos de las tinieblas
A las tinieblas nos vamos,
Todo lo que hacemos, todo lo que somos
Todo lo que amamos…
¿No es acaso más que fugaz suspiro vano?
¡Adiós! Palabras, lealtad, juramentos,
Un “te quiero”,
¡Mentira! ¡Hipocresía!
¡Adiós!
Os dejo mi luna, mis estrellas,
La luz del crepúsculo, una mirada tierna,
Y mis cartas de amor.
Nada más tengo.
¡Adiós! 

Enrique Rull Suárez

viernes, 8 de marzo de 2013

Poesía

Soy los labios que ciegos besan tus labios,
El incontenible deseo del amor sincero,
Esa sensación que no encuentra la palabra
Cuando un alma siente suya a otra alma.
Soy la razón al corazón rendida,
Soy la luz que guía al ciego
Cuando el mundo le da la espalda.
Soy de los siglos el suspiro,
De la eternidad el eco que no calla,
Soy los sueños, los recuerdos, la esperanza,
La soledad y la amistad, la pasión y la ternura;
Soy Fuego, Tierra, Aire, Agua,
Y el quinto elemento
Que todos buscan y no hallan.
Soy el último suspiro que sale del cuerpo
Y vuela con el alma,
El cielo que impasible e inmenso
Se funde en mil tonalidades y el paisaje cambia.
El céfiro furtivo que agita las hojas en el valle solitario,  
El sauce junto al lago que se mira en sus aguas
Silencioso sumido en eterno llanto.

Soy las alas de la mariposa en primavera
Que tiñen la brisa del alba de tonos iridiscentes,
El suave rocío de diamante en la rosa secreta
Que se desliza cual lágrima por sus pétalos resplandecientes.
Soy el ave que canta en el más recóndito de los lugares
A la tenue luz vespertina que se derrama entre
Mil  árboles salvajes.
Soy la lluvia, las montañas, los bosques y valles
Y las enfurecidas olas de los tormentosos mares.


Soy la bailarina que danza
Al palpitar del corazón la melodía.
Soy el mundo de la idea,
Que la palabra se acerca mas no alcanza,
Soy la mano que intenta atrapar a la Belleza;
Aquello que perdura, aquello que no pasa.
Soy la sinfonía que hace vibrar las cuerdas
De las tiernas y de las bellas almas.
Soy el Cuervo sobre el busto de Atenea
Cuyo “Nunca Más”, jamás acaba.
Soy de Endimión el dulce sueño
Y de Selene el brillo de su amor eterno.
Soy el mundo de los sueños, de la nada.
Soy locura que encierra una fuente visionaria,
Soy invisible a los ojos,
Del espíritu soy la hermana,
Soy música, soy armonía,
Soy la Verdad, la Pureza,
La conciencia que en la noche te habla.
Soy un niño, un héroe, una mujer enamorada,
Soy el azote de las necias masas,
Soy del tirano la caída,
Soy la Justicia, la Libertad, la Rebeldía,
Soy Apolo, soy Némesis y soy Diana,
Soy las aguas de la fuente de Castalia,
Soy la esencia de la vida,
De la muerte la esperanza,
De los Dioses
Soy la hija sagrada,
Soy la canción
Que bailan las almas
De aquellos que se aman.

Enrique Rull Suárez

domingo, 3 de marzo de 2013

Muda la Brisa...

Muda la brisa, limpio el cielo está,
Noche de calma, noche de cristal. 

Calles huérfanas, silencio. Oscuridad.
Pasos cansados avanzan sin mirar.
No hay dirección
Salvo huellas vacías de soledad.

Mis labios recuerdan tus labios.
Mis manos recuerdan tus manos,
Tu cuerpo rendido en mis brazos;
Y tu ardiente boca
No dejaba de besar.
¡Eras mía 

En la noche de cristal!

Temblabas bajo el aliento de la luna,
Brillabas bajo mil estrellas
Cansadas de brillar;
En la frágil noche eras la frágil llama,
que quemaba, que incendiaba la oscuridad.
Y bajo la brisa celeste
Y de las hojas el murmurar,
Confidentes de nuestra dicha
¡Te hice mía

En la noche de cristal!

En las tinieblas del ensueño
Nuestras almas se fundieron,
¡Tormenta, nubes, tempestad!
Era de noche, brillaba el sol en mi alma
Con su luz crepuscular,
Apuré tu tierno gemido,
Tu cálido pecho de almohada
Acunó mi corazón encendido,
Y mi sangre toda ella cantaba
En un dulce letargo
Como si hubiera tomado
el más agradable vino.
Tus párpados despertaron
Como en sueño de mayo.
Nos despedimos.
Y con febril devoción
Sigilosa y ágil te vi marchar.
¡No sabía que no volvería
Aquella noche de cristal!

Ciego, hambriento, sediento,
Camino solo en la noche sepulcral.
Murieron las flores del jardín de mi alma
Briznas de hierba se doblaron sin hablar,
La fontana se detuvo, se secó el robledal,
Incluso el ruiseñor ha dejado de cantar.

Muda la brisa, limpio el cielo está,
Noche de calma, noche de cristal.


Enrique Rull Suárez

lunes, 25 de febrero de 2013

Y si cae la noche...

Y si cae la noche, 
Yo veré en la oscuridad,
Seguiré la brillante estela
De tus finas alas de cristal. 

Beberé en la sagrada fuente
De tus suaves labios de azahar,
Y enjugaré mi amargo llanto
Sobre el seno de tu beldad.

¿No es la noche más hermosa
Tu mirada 

Que no cesa de brillar?
¿No son negros diamantes 

Esos ojos
Que refulgen en mi alma,
Que levantan tempestad,
Que hacen sonrojar a las estrellas,
Que empalidecen en la noche
La belleza de la mar?

¡Sea, pues, que caiga la oscuridad!
¿Quién quiere un amanecer
Sin tus labios?
¿Quién quiere el calor del sol
Si tú no estás?
¿Quién quiere luz 

Si tú en mi pecho
Dejas de brillar?

Porque la noche es junto a ti un cuento
Que no tiene final... 


Enrique Rull Suárez

sábado, 16 de febrero de 2013

Rosa Solitaria

La rosa vierte su aroma
Igual que tú la triste pena,
Aún es dulce, aún es bella,
Es nube gris en primavera. 

Y sola, creces majestuosa,
Memorias de espinas te rodean,
Pétalos tus ojos llevan,
Caricias que fueron tiernas,
Cuando aún en tus pupilas
Bailaban las estrellas.
¡Floreces en invierno
Mi rosa de hielo
Aunque hoy es primavera!

Mi mano se acerca y se aleja,
Cortarte es matarte,
Mirarte, anhelarte,
No tenerte es morir de pena.

Ya la brisa los corazones perfuma
Con el primer aliento del sol y la luna,
Ya oigo a tus pestañas susurrar
Como alas de mariposa
que se baten por liberar
el brillo de azabache
de tus ojos al mirar
un nuevo amanecer
de nuevo en soledad.

Rocío en tus ojos quema,
Húmeda fue la noche,
La luna huyó de tu pena,
Y en un suspiro
Mi alma cae y por completo se entrega,
Y en un suspiro
Tu aroma mi mundo de nuevo llena,
Y vuelvo a intentar cuidarte
Tenerte…¡Amarte!
A ti, solitaria, la rosa más bella.


Enrique Rull Suárez

domingo, 27 de enero de 2013

¿Temes mis besos?


¿Temes mis besos?
Yo los tuyos temo.
De tu mirada siento miedo,
De esas tiernas pestañas
Que se arquean al mirarme
Suntuosas, oscuras y sensuales;
De tus pupilas donde me veo
Temblando como niño sin resuello.
Temo tu voz que hace vibrar mi cuerpo,
Temo tus ademanes, tus palabras, tu silencio,
Temo el calor que emana de tu seno,
Y temo tu sonrisa que me deja sin aliento.
¿Y tú? ¿Temes mis besos?
No temas al alma pura que se entrega toda
No temas la inocencia que me mueve
La devoción que por ti siento,
¡No temas esos besos!
Que mis labios al tocar los tuyos,
Buscarán tu alma, tu corazón, tus secretos.
Así como la rosa sólo brilla cuando se abre
Y se baña en dorados rayos de vida,
Así  hoy mi corazón se ha abierto,
Y brilla con el suave candor del cielo
Que emana dulcemente tu alma divina.
Así, mujer, no temas mis besos.
Pues sólo inocencia y amor
Caben en este pecho.

Enrique Rull Suárez

domingo, 6 de enero de 2013

Sé De Un Poeta


Sé de un poeta
Que hace versos coloridos
Transgresor y a la moda
Publica en grandes libros
Gana certámenes y premios
Y por todo el mundo
Su nombre es conocido.

Sé de un poeta
Que hace versos políticos
Maestro de la retórica
Dice cantar al pueblo oprimido
La prensa de su tiempo le adora
Sus libros son los más vendidos,
¡Siempre está lleno su bolsillo!

Sé de un poeta
Que a su amada escribió
unos versos sencillos,
Con dulzura sincera e inmortal cariño;
El tiempo pasó
Y el poeta murió en el olvido:
Sin amor, sin éxito reconocido.

Mas yo  fascinado sus versos leo ahora
Y siento como vino añejo su obra,
Más dulce, más denso el aroma
De dolor y del amor más puro brilla toda.

En sus sencillos versos yo veo
Aún su tierno corazón latir
Fuerte, transparente, intenso como viento
Que ruge en la noche y vaga eterno
Buscando la voz de su amada oír.

No le llegó ningún éxito
Jamás a sus labios el ansiado beso,
Humilde, solitario, soñador,
Sin lugar a  dónde ir,
Sin amor ni hogar en la tierra,
Cuál ángel fue obligado a partir.

En silencio te fuiste
Pero dejaste tu corazón aquí,
Puro, límpido, roto de amor.
¡Hoy mis más sinceras lágrimas,
Son derramadas por ti!

Enrique Rull Suárez