martes, 26 de marzo de 2013

A mi Abuela

Me da miedo el otoño
Cuando sé que no volverá la primavera.
Te miro. Tus ojos fijos en el vacío.
Tiemblas. Fría. Mustia. 
Estás y no estás.
Tu vida son recuerdos. 
¡No es esperanza, 
No son sueños!
Recuerdos. Sólo Recuerdos.
¿Pensarás en el mañana
Cuando sabes que no habrá?
Apenas, con desprecio,
Al futuro le dedicas algún instante.
La juventud tiene los sueños
La madurez tiene el presente.
Pero ¿y la vejez? ¿Acaso ya no siente?
¿Acaso porque ya sabe, no siente?
¿O porque sabe,  no sueña?
Con altivez indiferente espera la tierra
Volver a abrazar a sus hijos.

Aún puedo verte coser mi ropa en la cocina
Tus hábiles dedos, con tanto empeño,
en la labor absorta, mientras humeaba
El aromático guiso que preparabas,
Y que con cariño cuidabas al mismo tiempo.
Y tantas riñas, caricias y juegos…
¡Cuán ágil perseguiste
A aquel travieso nieto,
Con intención de darle algún azote
(Merecido, reconozco)
Por su avieso comportamiento!
¡”Diablillo”! ¡Cómo me gritabas!
¡En la tarea, doy fe, energía derrochabas!
¡Cuántos dolores de cabeza por mi culpa!
¡Pero qué bien lo pasaba! ¡Y tanto te quería!
Al parque me acompañabas. Al salir del colegio.
Me protegías. Me cuidabas. Me enseñabas.
Y yo sin saberlo.
Hoy apenas puedes moverte. Apenas oyes.
Apenas hablas.
Hoy soy yo parte de tu aliento.
Han caído las hojas.
Débil, trémula,
Apenas unos huesos y piel ajada quedan
de aquella figura robusta y lozana
que antaño tanto me cuidaba y enseñaba.

Hoy crecí. Aprendí algunas cosas abuela.
Mas aún la vida yo no comprendo:
No comprendo si hoy el otoño llega
Por qué no ha de volver la primavera.

Dedicado a mi abuela.


Enrique Rull Suárez

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