Pluma y Espada: Sueños desde el País de las Hadas

miércoles, 3 de octubre de 2018

Sueños desde el País de las Hadas

Veloz llega el otoño,

Como un leve susurro,

Un murmullo dorado

De hojas caídas,

De sueños enterrados.

¡Ah! Pero te recuerdo,

Poeta con ojos de ángel,

Corazón enamorado;

Entre la hojas yertas

Y árboles desamparados,

Te recuerdo y siento

que aún queda esperanza:

Del todo la Belleza

No nos ha abandonado.

Sir Percy

2 comentarios:

Unknown11 de diciembre de 2018, 14:37
Cuanto sentimiento en cada palabra que escribes amigo. Un enorme placer conocer mas de tu corazón valiente como lo he dicho siempre. Felicidades.
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Sabed que nunca seré políticamente correcto; soy poéticamente correcto. Sabed que canto para ennoblecer el espíritu humano; que canto a los dioses, a las montañas, a la tormenta y a la mar embravecida; que a mi amada hasta el cielo elevo, y la cubro allí con el manto de las diosas, y ante ella me inclino y adoro: y desafío a la muerte, a las masas, a los necios; y grito y canto y lloro; y son mis sentimientos como el huracán y como el trueno y el fuego. Sabed que escucho a las musas, a la noche, a la luna, y al crepúsculo, y que la soledad es mi fiel amiga. Sabed que mi única religión es el Amor, mi único camino el del honor, y mi sangre es cristalina hecha de versos sinceros y recuerdos dorados que habitan en mi corazón.

Vi crecer la vida, nublarse el cielo, marchitarse las hojas, y apagarse las estrellas. Vi morir las ilusiones, romperse los sueños...La inocencia vendida, el amor olvidado, todo un carnaval colorido de mentiras y falsas palabras. Echo de menos a aquel niño, que pintaba el cielo y con las hadas hablaba, que sonreía y que amaba sin mentiras, sin fingidas risas, con toda su alma. Soñaba y sus sueños se murieron. Amaba pero el amor le traicionó. Cobarde para la vida, quiso hallar refugio en la soledad, que al fin, tanto le enseñó. Y no aprendí a no tropezar, a no confundirme, no aprendí a sobrevivir, ni aprendí a andar, ¡No! ¡Nada de eso aprendí! Tan solo aprendí unas cosas: que escucharé a mi corazón, que viva o muera, poco importa, si de ese niño no queda la ilusión. Que en esta vida se puede tener todo, pero sin amor, sin verdad, sin honor, no viviré, pues no es vida, es traición, al alma de aquel niño, a su inocencia, a su dulce y gran corazón.